Amnistía denuncia los abusos cometidos por Gobiernos que
quieren que los territorios de los pueblos indígenas sean explotados para
extraer materias primas.
Noemí Gualinga y su hija, Nina Siren, han traído a Londres la voz de los
pueblos indígenas de América y en particular de los Kichwa de Sarayaku,
Ecuador. Estaban en primera fila en la presentación del informe anual de Amnistía Internacional sobre los derechos
humanos. Estuvieron allí porque hace ya algunos años que Amnistía viene
denunciando la discriminación de los indígenas en todo el mundo,
sometidos a abusos por Gobiernos que quieren que sus ricos territorios sean
explotados para extraer materias primas.
“Las violaciones de derechos humanos contra los pueblos indígenas siguieron
suscitando honda preocupación pese a algunos avances positivos en la región”,
señala Amnistía. “Al no respetarse los derechos de los pueblos indígenas no
solo se resintieron sus medios de subsistencia, sino que las comunidades
también sufrieron amenazas, hostigamiento, desalojos o desplazamientos
forzosos, ataques y homicidios a medida que se intensificaba la campaña para
explotar recursos en las zonas donde residían”, resalta el informe.
Los Sarayaku han llevado su caso a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, a la que reclaman su derecho a ser consultados y poder decidir sobre
los proyectos que afectan a su desarrollo. Un derecho que el Gobierno de
Ecuador les niega. La decisión del tribunal “afectará a miles de comunidades
indígenas”, según Mariano Machain, del Programa América de Amnistía.
“Lo que queremos es que sean las personas que viven en sus lugares las que
dieran autorización o aceptaran el ingreso de todo tipo de empresas petroleras,
mineras, madereras, y que no se ingresen así, sin autorizar, con engaños, con
mentiras, con regalos… Que sea algo conocido desde el punto de vista indígena,
aceptado desde nuestro punto de vista”, explica Noemí Gualinga, que está casada
con un sueco finlandés y lleva 20 años viviendo a caballo entre Finlandia y
Ecuador.
“Queremos un desarrollo a nuestra manera. Hay muchas maneras de
desarrollarse. No solo el petróleo y las minerías son un desarrollo en el mundo
entero. Por ejemplo, en nuestro lugar hay un espacio donde nosotros mismos
podemos hacer la educación a nuestra manera; el desarrollo de la salud desde el
punto de vista nuestro, desde como lo llevaban antes nuestros antepasados,
mejorándolos; en economía, también, desde cómo se vive pero no con un
desarrollo que signifique podemos desaparecer, porque eso es lo que significan
las petroleras para nosotros: desaparición”, añade.
El de los indígenas no es el único problema de América Latina subrayado por
Amnistía Internacional. El informe de 2011 enfatiza también las violaciones de
derechos humanos a cargo de la policía y destaca en especial la muerte el 11
de agosto pasado de la jueza brasileña Patricia Acioli por disparos
de varios agentes de la Policía Militar frente a su casa de Niterói, en el
Estado de Río de Janeiro.
Amnistía hace hincapié también en las demandas de justicia y del fin de la
impunidad, problemas de seguridad pública, los “indecibles sufrimientos” que el
conflicto armado de Colombia causa a la población civil, la violencia contra
mujeres y niñas o la discriminación a los inmigrantes.
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