El informe de la excavación del soldado republicano Xarli
y de la trinchera que defendió hasta la muerte revela nuevos secretos del
combatiente
JACINTO ANTÓN
Barcelona 21 ABR 2012 - 22:05 CET
Se llamaba Xarli. Bueno, así han rebautizado ahora los responsables de su
hallazgo y estudio —tras denominarlo inicialmente Charlie por creer que podía
ser un brigadista anglosajón— al esqueleto de soldado republicano hallado el
pasado septiembre en una trinchera de la Guerra Civil en La Fatarella (Terra Alta).
Según los nuevos datos, Xarli sería catalán, de clase media y diestro. El
desdichado militar murió en combate en noviembre de 1938 en los últimos
compases de la Batalla del Ebro protegiendo heroicamente la retirada de sus
camaradas. Aguantó firme, pegó un montón de tiros y, según revelan las
investigaciones, murió por una granada que al explotar le arrancó la mano
derecha, le destrozó la pierna y le llenó de metralla el pecho. Hombre previsor
y preocupado por su salud dental —desde luego no lo mató una caries—, Xarli fue
a la guerra y cayó con el cepillo de dientes al alcance de la mano: lo portaba
con otros efectos personales, incluido un insólito (para primera línea) tubo de
brillantina Myrurgia.
Se han recuperado trozos de tela del uniforme y del
calzoncillo
El informe final de las excavaciones arqueológicas en la línea defensiva
republicana de Raïmats (entorno de la Cota 562), al que ha tenido acceso este
diario, arroja nueva información sobre el caso del polémico soldado. Como se
recordará, pocos días después del hallazgo, los científicos que lo descubrieron
se vieron obligados a entregar el esqueleto al Memorial Democrático de la
Generalitat, que lo reclamó aduciendo que a ella sola compete el estudio de los
restos humanos de la Guerra Civil según la Ley de Fosas. La Generalitat no ha
hecho pública aún la investigación forense. Los descubridores ignoran el
paradero actual de Xarli, al que uno de ellos, que cree que ha sido sepultado
“clandestinamente” y “sin honores militares” en el Memorial de les Camposines,
califica entre triste y zumbón de “desaparecido en combate 2”. No obstante, el
director técnico del Consorcio Memorial de los espacios de la Batalla del Ebro
(Comebe), el historiador David Tormo, afirmó ayer a este diario que aún no les
han sido entregados los huesos de Xarli para ser depositados en el osario de
las Camposines, su destino final. En todo caso, no hay prevista ceremonia
alguna. “Dejamos la caja y ya está. Cada año depositamos una quincena de
esqueletos de combatientes que aparecen. Si quieren llamar a eso entierros
clandestinos...”.
La excavación arqueológica de los reductos defensivos (trinchera en zigzag
y casamata) de Raïmats, donde tuvo lugar el último enfrentamiento de la Batalla
del Ebro los días 14 y 15 de noviembre del 38, la llevó a cabo de septiembre a
noviembre pasado un equipo bajo dirección de los arqueólogos Alfredo González
Ruibal, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y María del
Carmen Rojo, del grupo de didáctica del patrimonio (Didpatri) de la Universidad
de Barcelona (UB). Al excavar el vértice V2 de la trinchera uno de los lugares
más comprometidos de la defensa, descubrieron una suela de zapato y,
seguidamente, un fémur. Era Xarli.
El informe de excavación corrige algunas de las primeras revelaciones sobre
el soldado. Calzaba un 42 y no un 44 (se ha podido leer el número en la suela
de goma de una de sus botas de tela al limpiarla) y medía 1,75 metros, lejos
del más de un 1,80 inicial que hizo pensar en un brigadista extranjero. La XV
Brigada, que protegía la retirada de los restos del ejército de Tagüeña hacia
el puente de Flix, estaba ya entonces formada en buena parte por españoles y,
sobre todo, por reclutas catalanes que eran o muy jóvenes o de las últimas
levas, de más de 30 años. Los restos de Xarli aparecieron rodeados de
casquillos de fusil y al lado del esqueleto se encontró esparcido el contenido
del macuto de tela que llevaba en bandolera. Todo ese material, inicialmente
una amalgama confusa, ha sido limpiado y analizado. Consiste en tres peines de
munición y ocho cartuchos sueltos de fusil Mosin Nagant (algunos con restos de
envoltorio), dos granadas de fragmentación polacas wz.33, una escudilla militar
para el rancho, lo que parece ser una navaja, una botella de medicamento de
vidrio verde tapada con un corcho, un cepillo de dientes de plástico amarillo marca
Foramen, Hijo de R. Trabal Palet, Barcelona, un recipiente metálico para
afeitado y restos de lo que parecía un tubo de dentífrico que ha sido
identificado como brillantina de marca Myrurgia.
Dispersos sobre el esqueleto había fragmentos de cartón, papel y plástico.
Parte del papel pertenece a un folleto propagandístico y parte quizá a una
carta. Aparecieron botones correspondientes a un pantalón, a una camisa militar
y al calzoncillo (uno de nácar), del que también hay trozos de tela. Se
recuperaron hebillas del zurrón y del cinturón. No aparecieron ni el casco, ni
el fusil ni las trinchas o cartucheras. Por las posesiones mundanas del soldado
—compradas, al parecer, en Barcelona—, que revelan arraigados hábitos de
higiene, se supone que era alguien de cierta cultura, de clase media o
trabajador cualificado: en la época no era usual el control de la dentadura
entre pobres, obreros y campesinos. La brillantina puede indicar que Xarli era
presumido, aunque se usaba también para engrasar el arma (!).
Los investigadores han reconstruido la secuencia de la muerte del soldado
(en realidad anónimo, no se ha encontrado nada que permitiera identificarlo), y
el Dipatri ha confeccionado un espectacular material gráfico de cara a un
cuaderno didáctico sobre Xarli.
Nuestro hombre y sus compañeros aguantaron valientemente la furiosa
acometida de las tropas franquistas (la 82ª división de Navarra) contra su
puesto. En un momento determinado se entabló una lucha con granadas, elemento
omnipresente en las excavaciones en toda la trinchera. Era habitual recoger las
que lanzaba el enemigo y devolvérselas antes de que explotaran. Todo indica que
Xarli se agachó a recoger una del fondo de la trinchera y le estalló en la
mano. Esa mano, la derecha, que no ha aparecido, desapareció o salió volando,
con rotura de la epífisis distal del cúbito. Las esquirlas le quebraron al
soldado el fémur derecho y se le incrustaron de abajo arriba en el tórax (se
han recuperado seis fragmentos de metralla de granada en la parte derecha de la
caja torácica, uno de ellos incrustado en una costilla, y otro fragmento
alojado entre la tercera y cuarta vértebras). Xarli murió en el acto. La
explosión lo lanzó de espaldas al suelo de la trinchera que defendía. Una
cuestión enigmática es que le falten algunos dientes. Alguien que se cuidaba
tanto la dentadura… Los investigadores especulan que pudiera llevar fundas de
oro y algún soldado enemigo se las arrancara.
Un asunto colateral de interés es que la trinchera de
Xarli se encuentra cerca de la cota 553, donde cayó bajo fuego republicano el
comandante de tanques Gustav Trippe de la Legión Cóndor. Esa cota está a 800
metros de la posición de Raïmats, que tiene control visual sobre ella. Y 800
metros es exactamente el alcance efectivo del fusil Mosin Nagant con mira
telescópica…
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