El colectivo británico Filthy Luker realiza llamativas
obras de arte urbano con esculturas gigantes inflables
“Nuestras obras son chistes llevados
demasiado lejos”. Así definen sus intervenciones los artistas británicos Luke
Egan y Pete Hamilton también conocidos como Filthy Luker.
Comenzaron a trabajar en 1996 y los ingredientes principales de su trabajo son
el aire, la luz, el tejido sintético, mucha imaginación y sobre todo humor.
Ambos poseen una empresa llamada ‘Diseños en el
aire’ con la que, junto al también artista Pedro Estrellas (que
realmente se llama Peter Stars) crean esculturas hinchables y luminosas que
alquilan o venden para eventos de empresas. Pero lo más interesante son sus
apariciones espontáneas y públicas que realizan por diversas ciudades del mundo
desde hace años. En España, visitaron Salamanca en 2008. Así han logrado
convertir todo un barrio en el fondo del mar, han transformado el enorme lado
del andamio de una obra en un juego de marcianitos o han metido un pulpo
gigante en edificios de más de cinco plantas.
Son famosos por haber apostado por los elementos hinchables para crear su
propio estilo dentro del arte urbano. Le preguntamos a Luke Egan si en su
filosofía está pensar que el arte callejero es algo más que los sprays y
Banksy, y nos responde, cómo no, con humor: “¡No!, todo gira alrededor de
Banksy. Antes de él no había calles, ni siquiera había arte”. En torno a 2004,
cuenta Egan, ambos artistas pensaron que debían realizar apariciones por
sorpresa en diferentes partes del mundo para, al menos por unas horas, cambiar
el paisaje de algunas ciudades. Fue entonces cuando idearon una serie de
esculturas y trucos específicos para la guerrilla artística urbana. Y el
éxito fue casi inmediato. Tanto que sus intervenciones se ven de una forma
mucho más positiva que la de otros artistas, tal vez porque dieron con la
fórmula menos invasiva y más cercana al público dentro del universo del arte
callejero. “¿Pedir permiso?, sólo a mi madre”, bromea Egan, “en estos momentos
la gente nos pide que intervengamos en sus ciudades o se alegran mucho si se lo
pedimos. No creo que ser ilegal haya de ser una característica necesaria para
considerar una obra como arte callejero. Lo importante es que la gente pueda
verla y acceder a ella”. Una de las obras más características de Filthy Luker
es genial de puro simple: son dos enormes balones hinchables en forma de ojos
que sitúan en los lugares más variopintos como la copa de los árboles,
estanques, lagos, cornisas de edificios… en una suerte de Gran Hermano lleno de
humor. “Uno de los mejores momentos de nuestras intervenciones consiste en ver
a los policías reír a carcajadas en lugar de correr a detenernos”, asegura Luke
Egan.
Aunque no todo es tan amable. Otra cara de la moneda artística de Filthy
Luker consiste en proyectos más combativos en los que sí están presentes los
sprays así como el látex e incluso animales disecados. “Uno de nuestros últimos
proyectos lo llevamos a cabo en abril de 2012 cuando creamos un enorme juego
interactivo de Space invaders utilizando elementos de obras como conos,
vallas y cables. Por la noche, la instalación se iluminaba y el público podía
jugar apretando un botón situado en un bolardo”, explica Egan.
“Mucha gente podría pensar que nuestros hinchables son muy caros de
ejecutar, pero no cuestan mucho más que una buena mochila llena de botes de
pintura en spray”, explica Egan que asegura que desde que estaba en la escuela
quería ser artista: “En el colegio la única asignatura en la que más o menos
podías hacer lo que te daba la gana, era la clase de arte y, además, era
complicado hacerlo realmente mal”. Así empezó todo.
Ahora, con su empresa ha creado un cacharro que denomina Musii
(Inflable interactivo multi sensorial) que parece diseñado también para los más
pequeños. “Es un ingenio para jugar y desarrollar terapias mentales y para
hacer música”, asegura el artista. La demostración de que el arte callejero
puede no estar reñido con la actitud emprendedora y el humor blanco.
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