Por Guillermo Altares
INCLUSO DESPUÉS de haber escrito (o, mejor dicho, dibujado) libros tan
importantes como Palestina. En la franja de Gaza, Goradze zona protegida. La
guerra en el este de Bosnia o Notas a pie de Gaza, parece que Joe Sacco sigue
teniendo que pedir disculpas por el género que cultiva: el periodismo en forma
de tebeo. Su último volumen, Reportajes (Reservoir Books), en el que recopila
seis historias publicadas en revistas y diarios de todo el mundo, arranca con
un prólogo en el que explica algo que cada vez es más obvio para muchos
lectores aunque todavía no para todos: el dibujo puede ser un método tan
eficaz y bueno como cualquier otro para describir la realidad. "Las
obligaciones comunes del periodista —informar con precisión, citar
adecuadamente y comprobar afirmaciones— también conciernen al dibujante que
aspira al periodismo", escribe Sacco (Malta, 1960). En otras palabras, lo
importante es la actitud frente al relato, la honestidad profesional, la
voluntad de asediar la verdad desde todos los ángulos. Para definir su punto
de vista, Sacco recurre a uno de los pilares éticos del periodismo
estadounidense, Edward R. Murrow, que George Clooney retrató en Buenas noches
y buena suerte: "Todos somos prisioneros de nuestras propias
experiencias. No podemos eliminar los prejuicios, pero sí reconocerlos".
Con su primer gran libro-reportaje sobre Palestina, publicado en 1993,
Sacco ha sido un creador fundamental para la revolución que ha acercado el
cómic a la realidad y que ha hecho que, en los últimos años, nadie mire los
dibujos de la misma forma. Hasta hace relativamente poco, los tebeos eran
refugio de niños o de aquellos adultos que se negaban a crecer y que seguían
leyendo, casi a escondidas, Tintín, Astérix y Obélix, Corto Maltés o la
Patrulla X. Era un género que apenas tenía espacio en las librerías genera-listas.
Sin embargo, hacía mucho tiempo que los cómics adultos ya no querían decir
eróticos y que autores como Will Eisner le habían dado profundidad a los
tebeos, que cada vez tocaban más géneros. Otro dibujante fue muy importante a
la hora de darle un nuevo impulso al tebeo y ganar lectores entre aquellos que
ni siquiera se habrían planteado antes abrir un cómic: Art Spiegelman.
Su narración del Holocausto a través de la historia de su padre, Maus, que
comenzó a publicar por entregas en 1980, logró el primer Pulitzer para -un
tebeo en 1992. "La fantasía ha perdido su batalla contra la
realidad", señalaba Spiegelman en el documental de Mark Dániels Comic
book go to war, que narra esta transformación. El cómic que se adentra en la
realidad ha tenido cultivadores en España tan significativos como Paco Roca o
Miguel Ángel Gallardo, del que se acaba de reeditar su gran relato sobre la guerra civil española, Un largo
silencio (Astiberri). Sin embargo, el tebeo periodístico sigue siendo un
fenómeno poco habitual. Pero llegará porque el periodismo necesita cada vez
mayor originalidad, pero también más rigor y el cómic combina perfectamente los
dos.
Al igual que un reportero tiene que escribir bien y, a la vez, no puede
aderezar la realidad para hacerla más interesante ni redondear las historias,
debe describir hechos que no están cerrados, sobre los que
inevitablemente tiene lagunas incluso cuando estuvo allí y los contempló, y
debe, además, lograr que el lector les dé un sentido que va más allá de los mismos
hechos (mucho trabajo para un oficio que, según los defensores del periodismo
ciudadano, puede practicar cualquiera que tenga un móvil sofisticado a mano),
un periodista que dibuja lo tiene un poco más complicado todavía. "Un
escritor puede describir alegremente un convoy de vehículos de la ONU como `un
convoy de vehículos de la ONU' y continuar su relato. Un periodista de cómics
tiene que dibujar un convoy de vehículos y esto conlleva muchas cuestiones.
¿Qué aspecto tienen esos vehículos? ¿Qué aspecto tienen los uniformes de las
dotaciones de la ONU? ¿Qué aspecto tiene la carretera? ¿Y las montañas que la
rodean?", plantea el autor. El secreto del éxito, y de la calidad, de
Sacco radica precisamente ahí: en esa combinación de rigor y talento, en su
honestidad a la hora de enfrentarse a los temas que trata, pero también en su
capacidad para atrapar la realidad en sus dibujos, con un estilo propio,
minucioso pero no hiperrealista, línea clara pero no ingenua.
Este volumen está compuesto por historietas dibujadas
para periódicos y revistas, la última de ellas para la francesa XXI. Este
magacín trimestral, que solo se vende en librerías y que ha alcanzado un
envidiable número de lectores y suscriptores, es uno de los experimentos
periodísticos más interesantes y esperanzadores del momento, con una apuesta
clara desde su primer número por el reporterismo en forma de cómic. El propio
Sacco reconoce que algunas de las historias son irregulares, incluso
frustrantes para su autor no tanto para el lector), pero tres de ellas
alcanzan una calidad extraordinaria. En 'Mujeres chechenas' traza un
minucioso y espeluznante retrato de las víctimas de un conflicto olvidado en
Europa; en 'Inmigración africana' viaja hasta su Malta natal para relatar los
problemas de miles de personas que se juegan la vida cruzando el Mediterráneo,
pero también el punto de vista de los habitantes de la pequeña isla que se
sienten amenazados en su modo de vida y, por último, en un reportaje sobre los
intocables de India desvela el rostro oculto del milagro de un sistema
económico que sigue dejando fuera del desarrollo a millones de personas que
viven atrapadas en el milenario e injusto sistemas de castas. En este volumen,
vuelve a demostrar que el tebeo, como la literatura, lo admite todo. La
frontera está en la calidad y el talento. Y a Sacco le sobran los dos.
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