Ganadora de cinco premios Grammy, sus éxitos todavía
suenan en las radiofórmulas
La cantante, que ha fallecido en Florida, padecía cáncer
DAVID
ALANDETE Washington 18 MAY 2012 - 12:32
CET
La reina coronada de la era disco, pionera entre las divas y transgresora
en la pista de baile, ha fallecido este jueves en Florida, a los 63 años de
edad, a causa de un cáncer. Donna Summer,
nacida en Boston en 1948, revolucionó las discotecas del mundo entero. Junto al
productor Giorgio Moroder, grabó en
1977 una canción, I feel love, que prescindió de los arreglos
instrumentales y que consistía exclusivamente de una voz –casi un gemido– sobre
una repetitiva base de sintetizadores. Aquel estilo abrió un camino que
seguirían posteriormente hasta productores del house y el tecno.
Mucho de lo que Summer hizo musicalmente fue obra de sus productores, a los
que, en los albores de su carrera, supo elegir con acierto. Sobre todo, del
propio Moroder y Pete Bellotte, que le produjeron 11 discos. Ella le añadió
algo que en los 70 resultó algo más que escandaloso. Antes de que las actuales
reinas y matronas del pop se pasearan por los escenarios vestidas con ropa
interior, provocando a cada concierto, Summer, cubierta por mínimos vestidos
brillantes, simuló éxtasis en directo, y llegó a comercializar un tema del que
la leyenda decía que era el resultado de 23 orgasmos.
Se trataba de I love to love
you baby, de 1975, comercializada en Europa, y que llegó al número cinco
de las listas de éxitos de Reino Unido. Entonces, Summer vivía en Alemania. Se
había mudado allí para interpretar un papel en el musical Hair. Todavía
conservaba su apellido de nacimiento, Gaines, que empleó para comercializar su
primer single, Sally go round the roses. Se casó, tuvo una hija y se
divorció, para renacer, con nuevo apellido, como la reina del
incipiente movimiento disco.
Summer no era una cantante que se recluyera en el estudio. Exhibía su
potente voz en unos directos ricos, aderezados con unos contoneos para muchos
escandalosos, producto de aquella época de revolución sexual previa a la gran epidemia
de sida de los 80. De regreso a EE UU, sus primeros números uno en la lista
Billboard fueron un disco en directo, Live and more,
y el primer single de este, MacArthur Park, una versión de un
tema de Jimmy Webb.
Su primer éxito masivo fue el disco Bad girls, con un primer single
homónimo dedicado a las prostitutas, en la que cantaba: “Míralas, por la noche,
en la calle, paseando, recogiendo a cualquier extraño, si el precio es el
adecuado”. El disco es a día de hoy, el más vendido de su carrera, dos veces
platino, con dos millones de unidades vendidas en EE UU y cuatro millones en
todo el mundo.
Entonces el estilo de Summer se había convertido ya casi en esquemático:
las canciones arrancaban como baladas, con un suave acompañamiento orquestal a
su voz, para estallar con ampulosos arreglos con sintetizadores, toda una
explosión disco. Una de las canciones más representativas de esa técnica
es su dueto con Barbra Streisand, No more tears (Enough is enough), de 1979.
Su primer premio
Grammy le llegó con Last dance, un himno de baile de 1978,
tomado de la película musical Thank god it’s friday, en la que participó
junto a los actores Jeff Goldblum y Debra Winger. En su carrera, conseguiría
otros cuatro Grammy: por Hot stuff en 1979, He’s a rebel en 1983,
y Forgive me en 1984 y por una remezcla de Carry on en 1997.
Summer vivió un profundo cambio en la década de los 80, y no sólo a nivel
musical. Buscaba un nuevo estilo, más pop, y rompió con su discográfica,
Casablanca, para firmar con Geffen. En 1982 editó su primer álbum sin Moroder y
Bellotte, titulado genéricamente Donna Summer y producido por Quincy
Jones. Fue un fracaso, llegando sólo al número 20. En esa década tendría
algunos éxitos relativos, como She works hard for the money o This
time I know it’d for real, pero ninguno de ellos al nivel de sus triunfos
de los 70.
Luego, llegó su gran divorcio de la comunidad homosexual. Summer, que había
sido toda una diva gay antes de que ese término existiera, se convirtió en una
cristiana renacida y una firme devota. Según la revista
dedicada al público gay The Advocate, entre bambalinas, en un
concierto en 1983, dijo a un reducido grupo de fans gais que dios creó a
“Adan y Eva, no a Adán y Steve”. “Rezaré por vosotros”, les dijo, y añadió: “He
visto el mal de la homosexualidad salir de vosotros, el sida es vuestro
pecado”. Ella siempre negó haber dicho esas palabras y llegó a demandar a la
revista New York por volver a poner en circulación esas supuestas
declaraciones.
Mito o realidad, lo cierto es que Summer nunca volvió a recuperarse del
todo, comercial y musicalmente. En 1999, en una época en que grandes glorias
como Cher o Madonna se reciclaban con álbumes con arreglos electrónicos, Summer
solo tuvo que volver a su propio pasado. Editó una segunda parte de su Live
and more, titulado Live and more encore, grabado en directo en los
platós de VH1, que dio el exitoso single I will go with you, una versión
disco del tema de Andre Boccelli Con te partirò. En 2008 grabó Crayons,
que es, ya, su último disco.
Con Crayons, Summer organizó una gira que la trajo
aquí, a Washington. Era una sombra de lo que había sido. Le costaba caminar,
debía llegar acompañada al escenario, tuvo que tomar grandes descansos para
poder cambiarse de traje, algo que sus herederas en el mundo del pop hacen en
cuestión de segundos. Ente el público se notaba el nerviosismo, que quedó
disipado cuando abrió la boca y entonó la primera nota. La carrera de Summer
podría haber pasado por muchos altibajos. Su imponente y prodigiosa voz siguió
intacta hasta el final.
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