El Gobierno publica miles de documentos que revelan
detalles embarazosos sobre la política británica ante la proximidad de la
independencia de la mayoría de las colonias
Mau Mau detidos en Quenia nos sesenta |
Los Archivos Nacionales británicos han empezado a publicar este miércoles
los 8.800 documentos del Ministerio de Exteriores sobre el ocaso del Imperio
británico que milagrosamente aparecieron el año pasado después de haber estado extraviados
durante varios decenios. Los documentos revelan numerosos detalles embarazosos
sobre la política de Londres en un momento en que la mayoría de las colonias
buscaban la independencia, pero su publicación no ha disipado la sospecha de
que nunca se conocerá toda la verdad porque muchos documentos fueron destruidos
antes de entregar las colonias.
Los archivos ahora publicados documentan desde la política de incautación
de ganado a los locales para impedir que alimentaran a los rebeldes Mau Mau en
Kenia a la oposición de Londres y Washington a las becas para estudiantes
keniatas en universidades estadounidenses –una oposición que de haber tenido
éxito habría impedido que los padres del presidente Barack Obama se conocieran
en Hawai en 1959–; así como el proyecto de probar armas químicas en la actual
Botsuana durante la II Guerra Mundial, los planes para llevar al arzobispo
chipriota Makarios a Seychelles para mantenerlo allí arrestado, o la idea para
evacuar a la población de las islas Chagos para que Estados Unidos pudiera
instalar allí una base militar.
Las sospechas de los historiadores se sustentan no solo en la supuesta
destrucción de papeles o en el hecho de que miles de documentos fueran
guardados en secreto, en un limbo legal porque no se ha cumplido la obligación
de publicarlos al cabo de 30 años o prohibir expresamente la difusión de cada
uno de ellos. Influye también el hecho de que Exteriores (Foreign Office) se
niega a publicar el índice de los documentos –lo que permitiría a los
historiadores saber cuáles han desaparecido– y porque hay un sorprendente vacío
en algunos casos.
Por ejemplo, Richard Drayton, profesor de Historia del Kings College, ha
declarado al Times su sorpresa por al ausencia de documentos sobre la
Guyana a pesar de que “había allí mucha actividad durante los años 60, en
particular debido a la revolución cubana”. A otros investigadores les ha
llamado la atención las escasas referencias a la matanza de 24 trabajadores
desarmados en Batang Kali en diciembre de 1948, durante el levantamiento de
Malaya, una región que forma parte de la actual Malasia.
Tony Badger, el profesor de Historia de la Universidad de Cambridge
nombrado por el Foreign Office para supervisar la publicación de los archivos,
asegura que el Gobierno está publicando “todos y cada uno de los documentos que
tienen interés”, aunque ha admitido que es “muy comprensible el legado de
sospecha entre periodistas y académicos acerca de estos archivos”, que el año
pasado fueron encontrados milagrosamente por el Foreign Office en su mansión
campestre de Hanslope Park después de negar su existencia durante años. Los
documentos afectan a 37 territorios de las antiguas colonias.
Esta primera entrega, de 1.300 documentos, afecta a los territorios de
Adén, Anguila, Bahamas, Basutoland (Lesoto), Bechuanaland (Botsuana), Brunei,
Chipre, Kenia, Malasia, Sarawak, las Seychelles y los Territorios del Océano
Índico. El resto de los archivos se irán publicando de forma escalonada desde
ahora hasta noviembre de 2013.
Uno de los documentos sobre Kenia revela las instrucciones para impedir que
las informaciones más delicadas pasen del poder colonial al nuevo Gobierno y la
indicación de que cierto material sea “quemado y destruido”. Un memorando de lo
papeles sobre Kenia fechado en mayo de 1961 detalla los criterios fijados por
el entonces ministro británico para las Colonias, Iain Macleod. Los papeles que
no debían llegar al régimen surgido de la independencia son aquellos que “a)
pueden avergonzar al Gobierno de Su Majestad u otros gobiernos; b) pueden
avergonzar a miembros de la policía, fuerzas militares, funcionarios públicos u
otros como por ejemplo informadores policiales; c) pueden comprometer fuentes
de ka inteligencia; d) pueden ser utilizados de forma poco ética por ministros
del Gobierno sucesor”.
Los documentos tenían que catalogarse como “legado”, o
material que podía dejarse en la ex colonia, y “a controlar”, que no podía
llegar a manos del nuevo Gobierno tras la independencia. Ese segundo tipo de
material solo podía ser manejado por personal “autorizado”. Es decir, personal
del nuevo Gobierno keniata que fueran “ciudadanos británicos descendientes de
europeos y que hayan superado una criba de seguridad para acceder a documentos
clasificados”.
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