Un acto en Southampton recuerda a los casi 4.000 niños
que hace 75 años fueron enviados al Reino Unido huyendo de la Guerra Civil
Se llaman a sí mismos “los olvidados”. Mucho antes fueron “evacuados”,
“refugiados de guerra”, “extranjeros enemigos” y “refugiados apátridas”. Son
las etiquetas de una deriva que comenzó el 21 de mayo de 1937, cuando
3.861 niños vascos de entre cinco y 14 años embarcaron en Santurtzi rumbo a
Southampton (Inglaterra) a bordo del SS Habana. Huían del avance de las
tropas de Franco en plena Guerra Civil. Sus familias les enviaban allí para
ponerlos a salvo unos meses. Algunos nunca regresaron.
“Los padres no imaginaban que la guerra pudiese durar tanto ni que los
rebeldes fueran a ganarla”, cuenta Susana Sabín, licenciada en Filología Vasca
y autora de una tesis doctoral sobre el episodio. Su madre, Carmen Fernández
Learra, estaba entre aquellos pequeños. Tras dos años en una colonia al sureste
de Inglaterra, pudo volver a casa, al igual que dos de sus hermanas y otro
hermano.
Con motivo del 75º aniversario de dicho éxodo, la The Basque Children of
’37 Association UK organizó ayer un homenaje a sus protagonistas en la
Universidad de Southampton. Participaron, entre otros invitados, la consejera
de Justicia, Idoia Mendia, y el embajador de España en el Reino Unido, Carles
Casajuana.
El brutal impacto que causó en la opinión pública internacional el
bombardeo de Gernika, recuerda Sabín, permitió al Ejecutivo vasco de José
Antonio Aguirre abrir negociaciones con el Reino Unido para realizar una
evacuación “limitada” de niños a Southampton.
El Gobierno británico, que había suscrito el pacto de no intervención en la
contienda, accedió con la condición de que no se emplearan sus fondos públicos
en la operación. “La presión popular era muy grande y tuvieron que ceder, pero
todo corrió a cargo de voluntarios civiles”, rememora Sabín.
Ya en Southampton, los niños fueron enviados a un campo de refugiados en
Eastleigh, cerca del puerto. “La gente de allí se volcó con ellos, pero aquello
no era sostenible”, apunta. Por eso se optó por distribuirlos en diferentes
colonias repartidas por todo el país.
La mayoría de los pequeños ya había regresado a Euskadi cuando estalló la
Segunda Guerra Mundial en 1939. “Fue en gran parte por la presión ejercida por
Franco”, remarca Sabín. “El hecho de que el Reino Unido diera asilo a estos
refugiados contradecía la existencia de las garantías de seguridad en España
que proclamaba el dictador”, apostilla.
La asociación señala que los 400 niños que permanecieron entonces en Reino
Unido “o bien eligieron hacerlo [a los mayores de 16 año se les dio la opción
de decidir] o se vieron obligados a ello porque sus padres habían muerto o
estaban en la cárcel”. En 1945, un total de 250 de aquellos pequeños no habían
regresado aún a sus casas. La mayoría ya nunca lo haría.
Sabín se reconoce “feliz” con homenajes como el de ayer,
aunque cree que “aún no se ha compensado” a aquellos niños por lo que
sufrieron. Por eso se llaman a sí mismos “los olvidados”.
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