Durante tres décadas, Goran Paskaljevic (Belgrado, 1947) ha sido "el otro director yugoslavo", primero, y tras la desaparición de ese país, "el otro director serbio". La fama de Emir Kusturica ha escondido la labor de un cineasta, que entre otros honores, ha visto toda su obra proyectada en una retrospectiva en el MoMA de Nueva York. Los filmes de Paskaljevic se han ido estrenando poco a poco en España desde Tiempo de milagros, en 1990. Así han ido llegando Tango argentino, La otra América, El polvorín, Sueño de una noche de invierno, Los optimistas y Honeymoons. Y con ellas hasta tres Espigas de Oro de la Seminci de Valladolid. Si en ese festival España sólo ha ganado una vez su máximo galardón, Paskaljevic, él sólo, lleva tres. La última con Honeymoons, que se estrena hoy.
mércores, 5 de maio de 2010
Goran Paskaljevic y su cine de la emigración
En la carrera de Paskaljevic ha existido, habitualmente, un hueco para reflexionar sobre la inmigración (él mismo lo es, con su doble pasaporte francoserbio), y Honeymoons pertenece a esa categoría: dos jóvenes parejas, una serbia, la otra albanesa corren desventuras paralelas cuando deciden emigrar a Occidente -los primeros hacia Austria, vía Hungría; los segundos a Italia-. Serbia y Albania son países limítrofes, que comparten rasgos comunes (como su amor al raki, un brandy), pero que se desprecian. "Y para los occidentales son los mismo. Curioso, ¿verdad? Europa empieza a desconfiar de los emigrantes. Es un gran problema, aunque no se puede cerrar por la fuerza, cerrando las puertas. Hoy Europa es un símbolo, como hace décadas lo fue Estados Unidos. Países como Italia o España han sido antes exportadores de gente y ahora se niegan a recibir a gente. La solución depende de la mejor repartición de bienes, porque nadie quiere dejar su país". En Honeymoons, el cineasta apunta amargamente una de las razones de estos cambios: "En cuanto tienes un poco de dinero, te vuelves egoísta. Serbia, Rusia y otro puñado de países en desarrollo del continente empiezan a sufrir una diferencia monstruosa entre sus clases sociales. Sus políticos usan la carta nacionalista, y mientras, a nuestras espaldas, se han convertido en nuevos ricos. Y las clases medias sufren esta especie de esclavitud".
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