BRUNO GARCÍA GALLO | Alcaudete de la Jara
ELPAIS.com - España - 08-08-2010
Se le queda pequeño el cementerio al pueblo toledano de Alcaudete de la Jara. Cuatro hoyos recién excavados aguardan, tal vez ya tengan nombre, cerca de la tapia encalada del fondo. Es la penúltima fila de una cuadrícula de granito que se remonta al siglo XIX y alberga a familias enteras. Ayer, goteando plomo el cielo, el ambiente era festivo: los restos de 28 fusilados tras la Guerra Civil volvían de su destierro anónimo en una loma, merced precisamente a la ayuda del hijo del jefe de la Guardia Civil al que testimonios de familiares responsabilizan del fusilamiento. Los deudos ganaban así, tras 71 años, el mismo derecho que el resto de vecinos a llevar flores a una tumba.
"Quédate la chaqueta". Se la entregó, ya maniatado, Isidoro Cabañas a su hermana. Su improvisado carcelero ("Valentín el del tejar", según testimonios de familiares) asintió: "Sí, adonde vas no te hará falta". No había pasado ni un mes del fin de la guerra. "Los fueron sacando casa por casa, como a conejos de la madriguera". 28 vecinos de entre 17 y 55 años. Se los llevaron en un camión y los fusilaron por orden presuntamente del jefe de la Guardia Civil Bernardo Gómez del Arrollo. Tras el tiro de gracia, "los dejaron caer unos encima de otros" en una trinchera. Aquella tarde del 25 de abril de 1939 "hasta las encinas tiritaron", cuenta Julio, un familiar.
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