Con el bicentenario (1810-2010) se recuerda y celebra la independencia de las naciones de Hispanoamérica. El complejo y, en muchos casos, desgarrador proceso de separación de la monarquía española implicó no solo guerras y revoluciones políticas, sino también un esfuerzo por renombrar cada uno de los nacientes países independientes. En la siguiente serie de artículos preparados especialmente para EL PAÍS, destacados historiadores analizan los orígenes coloniales o republicanos de los nombres de las naciones latinoamericanas, tarea que ha sido materia de algunos trabajos aislados, pero rara vez analizado en colectivo y de manera contrastada.
En algunos casos, los límites territoriales de las nuevas naciones, al menos en la primera década de la postindependencia, no estuvieron claros. Un ejemplo de esta situación lo proporciona la historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de las cuales prontamente se segregaron las repúblicas independientes de Argentina, Paraguay y Uruguay; o el caso del surgimiento en 1823 de la breve República Federal de Centro América que luego dio paso a la formación de los Estados nacionales de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Enteramente diversos fueron los procesos de independencia de otros países de esta vasta región, como se podrá observar en la lectura de los respectivos trabajos incluidos en este volumen. También- ¡y cómo no!- se ofrece en esta serie un estudio de la singular historia del nombre de Haití, la primera nación que obtuvo su independencia en Latinoamérica; y otro sobre Brasil, país que no tuvo que experimentar guerras sangrientas para alcanzar su independencia y encontró un camino singular para separarse de Portugal.
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