EL PAÍS - 29-08-2010
Su nombre de guerra era Villa. Se echó al monte durante la II Guerra Mundial para combatir el fascismo. Confiaba en que los aliados derrocarían a Franco. Cuentan que bajo la culata de su mosquetón, Segundo Vilaboy, grabó una estrella roja de cinco puntas sobre la hoz y el martillo. Fue capturado tras un enfrentamiento a tiros con la Guardia Civil.
Un consejo de guerra sumarísimo lo condenó a muerte el 31 de octubre de 1947. Tenía 29 años. Dos días antes de morir, ejecutado a garrote vil en la cárcel de Caranza, escribió una carta de despedida a sus camaradas: "Sé que se aproxima mi fin. Veo las caras de los guardias que se darán un festín sangriento en vísperas de la Nochebuena. Así son estos que se llaman católicos".
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