Se cumplen 50 años de la victoria de Bikila en Roma
IGNACIO ROMO MADRID 10/09/2010
No lo conocía nadie. Abebe Bikila se presentó en los Juegos Olímpicos de Roma como un niño. Lleno de ilusión y con muchas ganas de impresionar. Se cuenta incluso que aquel 10 de septiembre de 1960 los espectadores cruzaban apuestas acerca de cuántos kilómetros del maratón aguantarían aquellos dos atletas etíopes, camiseta verde oliva y pantalón rojo, que se presentaron descalzos en la línea de salida.
Sólo un hombre creía en ellos. Su entrenador. El sueco Niskanen, reclutado por el Gobierno etíope para detectar talentos atléticos, aseguraba que el más alto de los dos llegaría a la meta y antes que nadie. Bikila había sido añadido a la selección etíope a última hora, poco antes de que despegara el avión para Roma. Sustituyó a su compatriota Biratu, que se había fracturado el tobillo jugando al fútbol. Abebe, sargento de la guardia personal del emperador Haile Selassie [El Negus] se presentó en los Juegos sin zapatillas. La marca Adidas, patrocinador olímpico, le facilitó un par para que las utilizara en el maratón. El atleta se las probó. Llegó a entrenarse con ellas, pero no terminaron de convencerle. Pocas horas antes de la salida, el atleta tomó la decisión de correr descalzo.
La prueba contaba con un favorito claro, el marroquí Rhadi, ganador aquel año del prestigioso Cross de las Naciones. Al paso por los 20 kilómetros (1h02:49, un ritmo rápido), Rhadi comprobó con sorpresa que aquel etíope de los pies desnudos seguía a su lado.
Vista desde el otro lado, la historia era diferente. Niskanen había avisado a Bikila de que se fijara en el dorsal número 26, el de Rhadi, y se pegara a él. Pero por alguna razón, el marroquí no se había colocado el dorsal oficial del maratón sino el que utilizó unos días antes en los 10.000 metros. El etíope Bikila miró a todas partes en el pelotón ignorando que Rhadi con el número 185 era el hombre que corría a su lado.
Cayó la noche en la ciudad eterna. La Vía Apia presentaba un aspecto mágico, iluminada con miles de antorchas para conducir a los atletas hasta el Arco de Constantino, bajo el que se encontraba la meta. De pronto apareció el hombre descalzo. Bikila había tomado ventaja al final y cruzó la meta en un crono de 2h15:16.2, una nueva mejor marca mundial.
"Aquello era impensable"
Actualmente es inconcebible ver a un atleta ganando un maratón descalzo. Sólo la surafricana Zola Budd fue capaz de competir sin zapatillas dos décadas después del etíope.
Mariano Haro, uno de los nombres más ilustres del atletismo español, recuerda bien al campeón de Roma. "Aquelloera impensable. A mí me asombró muchísimo que decidiera correr descalzo. Todavía podía entender que lo hiciera en pista... ¿pero en un maratón? Este se clava una china y le destroza un pie, eso es lo que yo pensaba" cuenta el palentino, cuarto en los Juegos de Múnich. Haro derrotó a Bikila en el cross de Lasarte en los años sesenta.
El plusmarquista español destaca la especial madera de aquellas primeras figuras africanas. "Estaban habituados a correr descalzos. Eran unos atletas espectaculares. Me acuerdo de Bikila, pero también de Mamo Wolde y de Yifter".
En la meta preguntaron a Bikila por su decisión. "Quería mostrar al mundo que Etiopía, mi país, siempre ha ganado con heroísmo y determinación", declaró. El héroe de Roma vino al mundo en 1932, exactamente el día del maratón olímpico de Los Ángeles. El destino le había señalado.
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