JAVIER VALENZUELA
BABELIA - 04-09-2010
Hubert Haddad nació en Túnez en 1947, en el seno de una de esas familias judías de raíz bereber asentadas secularmente en el Magreb y arabizadas con el tiempo. Trasladado desde muy niño a París, creció escuchando los dos lados de la historia más dramática de nuestro tiempo: alguna de la gente a la que quería hablaba con entusiasmo del nacimiento del Estado de Israel en una tierra bíblica de leche y miel; otra lloraba amargamente la pérdida de un país de almendros y olivos llamado Palestina.
Haddad se hizo escritor y abordó el conflicto de Tierra Santa en una novela publicada hace más de veinte años (Oholiba des songes). Pero algo seguía reconcomiéndole; influía mucho el que su hermano mayor, Michel, se hubiera instalado a los veintipocos años en Israel para vivir la aventura del sionismo y, desencantado, hubiera regresado a Francia para terminar suicidándose con una escopeta. "Para él, como para mí, era evidente que no se puede vivir el judaísmo sin pensar en el otro y en la diversidad", dice hoy Haddad.
Ningún comentario:
Publicar un comentario