Kaing Guek Eav ha sido condenado tras apelar una pena de
35 años por la muerte de unas 16.000 personas
El tribunal, reunido en Phnom Penh, ha dictaminado que Kaing Guek Eav –alias
Duch-, de 69 años, debe asumir toda la responsabilidad por la muerte de unas
14.000 personas que fueron torturadas en la cárcel de Tuol Sleng –también
conocida como S21– antes de ser enviadas a los llamados ‘campos de la muerte’
en las afueras de la capital camboyana, donde fueron ejecutadas. Las torturas
utilizadas en la antigua escuela –en muchos casos, en presencia del propio
Duch, y a veces con su participación- incluyeron, entre otros, violaciones,
descargas eléctricas y arrancar las uñas con tenazas.
Duch entrenó, ordenó y supervisó a sus empleados para que llevaran a cabo
“torturas y ejecuciones de prisioneros de forma sistemática” y mostró “entrega
para refinar las operaciones en S-21, que era la fábrica de la muerte”, ha
señalado el tribunal.
“La pena debe ser dura para evitar crímenes similares, sin ninguna duda
entre los peores de la historia de la Humanidad”, ha dicho Kong Srim,
presidente del tribunal, al leer la sentencia, informa Reuters. Duch ha
escuchado la sentencia de pie y no ha mostrado ninguna emoción cuando el juez
ha recitado la lista de barbaridades que cometió. Según los fiscales, podría
solicitar un perdón tras haber cumplido 20 años de cárcel; es decir, dentro de
unos siete años.
Duch fue encontrado culpable de crímenes contra la humanidad y crímenes de
guerra en julio de 2010 y fue condenado a 35 años, pero la pena fue conmutada
inmediatamente a 19 años por el tiempo ya pasado en prisión y por su detención
ilegal en una cárcel militar antes de que fuera establecido el tribunal de la
ONU en 2005. La decisión causó furor entre las familias de las víctimas. La
sentencia fue apelada tanto por los fiscales, que solicitaron una más dura, y
por el condenado, que argumentó que el tribunal no tenía jurisdicción para
juzgarle porque él no era un alto dirigente del régimen ultramaoísta de los
jemeres rojos y solo cumplía órdenes.
Entre 1,7 millones y 2,2 millones de personas –un cuarto de la población–
murieron en Camboya de hambre, extenuación en el trabajo, enfermedades y
ejecuciones durante el reinado de terror de Pol Pot.
El régimen de los jemeres rojos intentó transformar el país en una utopía
agraria comunista, para lo cual vació ciudades y envió a sus habitantes a
trabajar en comunas, cerró las escuelas, abolió el dinero y la propiedad
privada, y eliminó a los sospechosos de ser intelectuales. El caos social y
económico que siguió no hizo más que alimentar la paranoia de los dirigentes,
que intensificaron la caza de cualquiera sospechoso de traición. Miles de
camboyanos fueron encarcelados y torturados en Tuol Sleng para obligarles a
confesar que eran enemigos de la revolución o espías al servicio de Estados
Unidos.
En enero de 1979, cuando las tropas de Vietnam que ocuparon el país y
pusieron fin al régimen llegaron a Phnom Penh, Duch huyó a la jungla cerca de
Tailandia. Allí se ocultó en un campo de refugiados. Años después, se trasladó
con su familia a la ciudad de Svay Chek, donde se hizo pastor evangelista.
Aunque su paradero era conocido, no fue detenido hasta mayo de 1999, tras conceder
una entrevista. Al inicio del juicio, confesó haber sido el responsable del
S-21 y pidió perdón públicamente, pero solicitó ser absuelto, lo que, según los
fiscales, demuestra su falta de arrepentimiento.
Su condena a cadena perpetua será vista como una victoria para el tribunal
encargado de juzgar a los líderes de los jemeres rojos, que ha estado rodeado
de polémica. Desde su creación, ha sido acusado de retrasos, mala conducta,
apatía y aceptar interferencias políticas.
Los jueces también han sentado también en el banquillo a tres de los
máximos líderes del régimen para responder a las acusaciones de genocidio,
crímenes contra la humanidad, persecución religiosa, homicidio y tortura. Son
el ideólogo y ‘Hermano número dos’, Nuon Chea, el ex ministro de Exteriores
Ieng Sary y el ex presidente Khieu Samphan. Los tres tienen más de 80 años, y
muchos camboyanos temen que no todos vivan lo suficiente para ver un veredicto,
debido a los procedimientos largos y burocráticos del tribunal.
Khieu Samphan declaró en noviembre pasado que las
acusaciones son “cuentos de hadas” porque la mayoría de los camboyanos apoyaban
a Pol Pot y que actuó para defender a su país, después del golpe de estado de
1970, que instaló un Gobierno próximo a Estados Unidos, dirigido por Lon Nol.
Nuon Chea negó igualmente todas las acusaciones y argumentó que la revolución
de los jemeres rojos estaba destinada a salvar a Camboya del colonialismo y
protegerla de la invasión por parte de Vietnam. Pol Pot, ‘Hermano número 1’,
falleció en 1998 en una zona de la jungla cercana a Tailandia sin haber sido
nunca juzgado.
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