Unos 350 soldados de EE UU estuvieron presos en los campos de
concentración nazis, según una investigación del Museo del Holocausto de
Washington
Carolina
García Washington 11 FEB
2012 - 17:48 CET8
Diario onde Acevedo anotou a morte dos seus compañeiros no campo |
Estados
Unidos no lo sabía pero de los millones de soldados que envió a la II Guerra
Mundial desde 1941 (año en que entró en la contienda) a 1945, más de 300 de
ellos fueron recluidos en campos de concentración y no en campos de prisioneros
de guerra. “Al llegar a nuestro destino los alemanes nos sorprendieron y nos
rodearon, gritando: ¡Botas fuera y andando!", relata, Anthony Acevedo,
excombatiente de la 70 División de Infantería del Ejército. Más de 65 años
ha permanecido este acontecimiento en el olvido, y ahora ha sido revelado
gracias a una investigación elaborada por el Museo del Holocausto de Washington.
La
aparición de nueva documentación y de 12 supervivientes del campo de
concentración de Berga (Alemania) -un campo satélite de Buchenwald y al que
mandaban a los presos no judíos-, aporta nuevos datos sobre el papel que jugó
el ejército estadounidense en esta tragedia. “En EE UU siempre se había
pensado que nuestra única función durante la II Guerra Mundial fue la de
liberadores y este descubrimiento enseña la realidad de unos soldados que
fueron víctimas”, explica Kira Schuster, historiadora de la institución.
Cuando
Anthony Acevedo (1923, San Bernardino, California) y sus más de 300
compañeros de la 70 división de Infantería del ejército americano fueron
destinados en el invierno de 1945 a Alemania, nunca imaginaron que estaban a
punto de ser protagonistas de una de “las mayores atrocidades cometidas por el
ser humano en toda su historia”, narra Schuster. Tras más de tres meses
encerrados en el campo de concentración de Berga, 165 sobrevivieron.
Al llegar a nuestro destino los alemanes nos sorprendieron y nos
rodearon, gritando: ¡Botas fuera y andando!, relata Anthony Acevedo
Acevedo,
de padres mexicanos, fue uno de los afortunados. Un soldado que quiso dejar
constancia y que fue el primero de los 12 supervivientes que donó al museo
varios artefactos que en palabras de Schuster, demuestran la realidad de una
atrocidad transcurrida entre el 8 de enero de 1945 y el 23 de abril del mismo
año. El silencio pudo hacer desaparecer este acontecimiento. “Tras ser
liberados, justo antes de embarcar para volver a EE UU, un inspector de
seguridad me hizo firmar un papel donde prometía no hablar jamás sobre estos
hechos. Durante años, callé”, relata Acevedo por teléfono desde su casa en
California.
Entre
sus pertenencias, los historiadores encontraron un diario en el que Acevedo
apuntó cada una de las muertes que ocurrieron durante su internamiento. “Unos
80 de mis compañeros fallecieron allí. Los registré por su apellido, número
de preso y fecha”. El soldado logró adquirir este cuaderno durante la única
ocasión en que recibieron ayuda humanitaria de la Cruz Roja en el campo de
concentración: “Narrar los acontecimientos fue algo necesario que me ayudó a
despejar mi mente durante esa vivencia tan horrible, donde la incertidumbre era
la constante. Esos soldados merecían ser recordados”, añade este veterano.
Este diario, de gran valor histórico, es uno los pocos registros de
muertes que existen de los campos alemanes durante la II Guerra Mundial.
Acevedo mantuvo en secreto la existencia de este cuaderno ya que, de haber sido
descubierto, hubiera significado la muerte segura para este veterano latino.
“Existen incluso partes en las que Tony añadió la causa de la muerte, lo que
aumenta, si cabe, su interés. Un documento que define muy bien la personalidad
de este médico durante su encarcelamiento”, sostiene Schuster.
Acevedo
una historia de supervivencia
A la
edad de 16 años, mientras se bañaba con unos amigos en una alberca en Durango
(México), los jóvenes escucharon sonidos de telégrafo que provenían de un
lugar cercano. “Supongo que lo que nos movió fue la curiosidad de la juventud,
de investigar lo que pasaba. Sin ser consciente de que ese momento me iba a
cambiar la vida para siempre”, narra con voz calmada este anciano. Fuimos a ver
lo que pasaba y nos percatamos de que dos hombres estaban comunicando mensajes
en código Morse a un submarino. Eran espías y corrí a avisar a mi padre,
jefe de Obras Públicas de la ciudad. Fueron fusilados por traición”, añade.
“A
mis 19 años y alistado en el ejercito americano desde hacía tan solo dos,
conocí mi destino: Europa. Corría el año 1945. Tras varias semanas de viaje
por mar y tierra llegamos a Lyon, y de ahí en tren a Alemania”, explica
Acevedo. quien asegura que "la temperatura era de unos 50 grados bajo cero
y la nieve llegaba hasta la cadera".
Recuerdo una vez que intenté que el comandante me permitiera operar a
un hombre que sufría difteria -dificultad para respirar-; tan solo había que
hacerle un leve corte en la tráquea. No me lo permitieron. Lo único que
recibí fueron golpes".
Apresados
junto a sus compañeros fue trasladado al campo 9B -un campo de prisioneros de
guerra en la región de Bad Orb (Alemania) en el que el pelotón estuvo varios
días arrestado-, fue interrogado por un oficial que parecía “una estrella de
cine, de lo bien vestido que iba”. “Me llevó un cuarto para interrogarme, me
sentó en una silla y echó a los guardias. Nos quedamos solos, y de repente
comenzó a desgañitarse llamándome traidor por lo ocurrido en Durango. Lo
sabían y estaba atrapado”, relata Acevedo.
Tras
unos días sin saber que iba ocurrir con ellos, una mañana un oficial gritó:
“Colocaros en fila. Los judíos y americanos que den un paso para adelante”,
recuerda con total exactitud. Unas horas después fueron trasladados al
campo de concentración de Berga. “Nada más llegar nos hicieron desprendernos
de la ropa y nos limpiaron con agua helada, fue horrible”, sostiene. El trabajo
diario “era siempre igual, vigilar que los otros prisioneros estuvieran en la
mejor forma posible, aunque se puede imaginar que lo único que estaban eran
vivos”. “El principal problema era la desnutrición; yo mismo llegué pesando
149 libras y salí con 87. La comida era repugnante. Nos alimentaban con sopa
de pasto, carne de rata, gato muerto e incluso cucarachas. Y esto cada dos
semanas. Recuerdo una vez que intenté que el comandante me permitiera operar a
un hombre que sufría difteria -dificultad para respirar-; tan solo había que
hacerle un leve corte en la tráquea. No me lo permitieron. Lo único que
recibí fueron golpes. Nos trataban peor que al ganado”, cuenta Acevedo con
indignación. En total, “tres meses de incertidumbre en los que no sabíamos
que iba a ocurrir con nosotros al día siguiente”.
A
principios de abril, los soldados alemanes percibieron que las tropas
norteamericanas se aproximaban al campo de concentración, “por lo que
decidieron sacarnos con la mayor brevedad posible en lo que se denominó la
marcha de la muerte”. “Unas 217 millas de recorrido, del 7 al 23 de abril,
hasta llegar a un rancho en el que murieron algunos más”. Lograron sobrevivir
165 prisioneros. Asustados, los nazis les abandonaron a su suerte: “El ruido de
los tanques cada vez era más cercano”.
Tras
un momento de incertidumbre en el que los soldados aliados creyeron que los
prisioneros eran alemanes disfrazados, fueron liberados: “En cuanto vieron
nuestros harapos y conseguimos hablar, fue todo rodado. Íbamos a sobrevivir.
Pero yo solo podía pensar en los muertos y compañeros a los que no podríamos
salvar”, narra con añoranza.
Esta
experiencia mostró a Acevedo y a sus compañeros supervivientes el gran valor
de la vida, en la que no existía el mañana y lo único real era el hoy.
“Pensar en las buenas cosas que habíamos dejado en Estados Unidos, como las
hamburguesas o las hermosas mujeres, nos ayudó a sobrevivir. Recuerdo que ya
en el tanque y a salvo se cruzó una bella dama que llevaba leche fresca, y por
fin pude beber. Minutos más tarde la vomité, mi cuerpo la rechazó. Las
heridas físicas se sanaron, y aunque no siento ni odio ni rencor, muchas
heridas del alma son incurables”, concluye.
Hola,
ResponderEliminarPor si os interesa, dentro de poco se publicará una biografía de Hitler llamada Breve Historia de Hitler.
Os dejo link de su facebook por si queréis echar un vistazo, además ahora sortean la novela.
Un saludo,
https://www.facebook.com/brevehistoria