En el Parlamento surgido tras las recientes elecciones,
de 508 miembros solo hay 10 diputadas
NURIA TESÓN
El Cairo 26 ENE 2012 - 21:44 CET
“Cualquiera que vea hoy el Parlamento pensará que no hay mujeres en
Egipto”. Este comentario difundido el pasado 23 de enero durante la celebración
de la primera sesión del órgano legislativo egipcio a través de una red social
por Samer Shehaui, activista del Instituto de El Cairo para estudios de
derechos humanos (CIHRS
en sus siglas en inglés), resume lo que opinan muchas de las mujeres en este
país. En la Cámara baja que deberá elegir a la comisión que redacte la nueva
Constitución y que definirá el marco legal del país en los albores
de su democracia sólo hay 10 mujeres, menos del 2% de un hemiciclo con 508
escaños.
Una de las cuatro que se sentarán en la Cámara por parte de los islamistas
del Partido Libertad
y Justicia (PLJ) de los Hermanos Musulmanes es Hoda Ganeya, una
médico de 43 años, casada y con cuatro hijos. Ella y sus compañeras son casi el
50% de las féminas del Congreso, un peso proporcional al que tiene su partido
en el órgano legislativo. En su opinión, la presencia femenina en el hemiciclo
es representativa del país en el que vive (Egipto tiene 85 millones de
habitantes de los cuales más de la mitad son mujeres), porque “no se trata de
una cuestión de cantidad, sino de calidad”. Para Ganeya los diputados deben
hacer política “para todos los ciudadanos y no sólo para los de su género”. “Mi
hija está estudiando Medicina, somos profesoras, ingenieras… no estamos
discriminadas”, argumenta.
Sanaa el Saed, miembro del grupo parlamentario del Bloque Egipcio,
está de acuerdo en que el género no determinará que los derechos de las mujeres
se defiendan mejor en el nuevo Parlamento pero por razones bien distintas:
“Cuando hay una mayoría islamista, qué importa. Si tenemos mujeres, pero la
mitad son del PLJ no podemos esperar mucho. Confío en los hombres que no son
islamistas y creo que podremos trabajar juntos”. Esta contable del Banco de
Desarrollo de 45 años, considera que la mujer “no sólo está discriminada sino
que está marginalizada y excluida políticamente”. “La mujer fue un compañero
activo y eficaz durante la revolución y también en las elecciones, donde
acudimos en masa a votar. Es una vergüenza la representación que tenemos, no
pueden dejarnos atrás”, lamenta El Saed.
Pero lo cierto es que desde el fin de la revolución se quedaron en
desventaja. No hubo ninguna mujer en la comisión que redactó el texto
constitucional vigente y las mujeres que concurrieron a las elecciones lo
hacían prácticamente al final de las listas de modo que sus posibilidades
reales de hacerse con un escaño eran muy limitadas. “Es un insulto”, denuncia
El Saed.
“El problema es la ley electoral”, apunta Esraa Abdel Fatah, fundadora del
movimiento 6 de Abril y ahora miembro de Mujeres egipcias libres, una
agrupación feminista, pero también una cuestión de “mentalidad y cultura”. “Si
los partidos sólo tienen la obligación de llevar a una mujer en sus listas y es
la última, y si como independientes nadie se plantea si quiera votarlas, nunca
tendrán las mismas oportunidades”, detalla la activista.
Mentalidad, cultura y legislación, tres factores en los que Abdel Fatah
cree que una vez terminada la revolución tienen que seguir “dando batalla”.
“Debemos luchar para que se cambie la Ley en cuanto tengamos una nueva
Constitución. Y antes de eso, para que en el comité que la redacte haya al
menos un 20% de mujeres, sino, difícilmente se salvaguardarán estos derechos”,
pone de relieve la activista, quien no cree que hacerlo vaya a ser tarea fácil,
“especialmente por la mayoría islamista y de salafistas que podrían luchar en
contra de los intereses de las mujeres”, apunta. Algo que no preocupa a la
parlamentaria del PLJ, Ganeya: “Ahora hay otras prioridades y no creo que nadie
vaya a intentar limitar los derechos de nadie”.
Magda el Noweshim, parlamentaria del Wafd, no teme a los
islamistas y cree que los liberales podrán formar un bloque fuerte para
contrarrestar, sin embargo esta mujer de 55 años que lleva 25 en la política
cree que tendrán que luchar “para que no se les quiten derechos ya adquiridos”.
“No podemos acabar con algo que está bien sólo porque lo hiciera Mubarak”,
señala. Para la Abdel Fatah, el único modo que tendrán de obtener esos logros
“será buscar alianzas entre los hombres de partidos liberales que creen en esos
derechos", algo en lo que ya trabaja Sanaa el Saed.
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