Acantilado recupera 'María Antonieta', de Stefan Zweig
LÍDIA PENELO BARCELONA 22/01/2012
A pesar de
que los lectores conocen el final de la protagonista del libro, Stefan Zweig
juega en María Antonieta a contar los entresijos del carácter de una
mujer que nació para reina y terminó en la guillotina. La perspectiva desde la
que cuenta la vida de la que fue conocida como Madame Déficit (entre
otros sobrenombres que se ganó a pulso), la apunta en la introducción:
"María Antonieta no fue ni la gran santa del realismo ni la prostituta, la
grue de la Revolución, sino un carácter mediocre, una mujer realmente
normal".
Editado por
Acantilado, el responsable de la traducciónde esta biografía ha sido Carlos
Fortea, un enamorado del autor de El mundo de ayer que siente especial
predilecciónpor alguno de los capítulos de este libro, como el titulado Trianón,
que describe la especie de campo temático del mundo campesino que María
Antonieta se hizo construir en Versalles y que costó un precio desorbitado.
"Tal vez es el momento del libro en el que más tremenda resulta la ceguera
y el alejamiento de la realidad de esta mujer, incapacitada para ver que el
mundo se hundía a su alrededor", apunta Fortea.
Efectivamente,
Zweig retrata a una mujer que sólo pretende divertirse y que logra convertir a
su marido, Luis XVI, en un obediente siervo. El matrimonio entre ambos tardó
siete años en consumarse, lo que el biógrafo considera que provocó graves
secuelas históricas que justifican que no haya ahorrado detalles referentes al
tema.
Fuera de la
jaula
María
Antonieta vivió 38 años, la mitad de los cuales residió en Versalles ajena a lo
que le sucedía al pueblo. Zweig no ahorra críticas hacia esta reina hedonista,
pero su prosa también destila cierta admiración por un personaje que sólo supo
luchar para romper los corsés de su jaula de oro. "El propio subtítulo de
la biografía lo dice con toda claridad: Retrato de una reina mediocre. A
Zweig le fascinaba la idea de una mujer normal, ni especialmente lista ni
especialmente tonta', enfrentada de pronto a acontecimientos que no sólo fueron
extraordinarios, sino, en aquel momento, únicos en la Historia", observa
el traductor.
Cuando Zweig
se ocupa de lo que sucedió en 1789, lo hace sin maquillar la enajenación de
"la loba austriaca" (como se conocía a María Antonieta). Uno de los
capítulos más intensos es el de Los amigos huyen, en el que Stefan
Zweig, en apenas 11 líneas, es capaz de sintetizar lo que consiguió la
Revolución francesa, abolir "los oprobiosos restos de la Edad Media"
en nombre de la libertad.
Y
es que, según subraya Zweig, la reina del rococó no supo ver "ninguno de
los grandes logros humanos de un movimiento que nos ha proporcionado los más
grandiosos principios: la libertad de religión, la de opinión, la de prensa, la
de comercio, la de reunión; que ha grabado la igualdad entre clases, razas y
confesiones como la primera en las tablas de la Ley de la Edad
Contemporánea".
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