mércores, 1 de febreiro de 2012

La triste mediocridad de 'Madame Déficit'


Acantilado recupera 'María Antonieta', de Stefan Zweig
LÍDIA PENELO BARCELONA 22/01/2012
A pesar de que los lectores conocen el final de la protagonista del libro, Stefan Zweig juega en María Antonieta a contar los entresijos del carácter de una mujer que nació para reina y terminó en la guillotina. La perspectiva desde la que cuenta la vida de la que fue conocida como Madame Déficit (entre otros sobrenombres que se ganó a pulso), la apunta en la introducción: "María Antonieta no fue ni la gran santa del realismo ni la prostituta, la grue de la Revolución, sino un carácter mediocre, una mujer realmente normal".
Editado por Acantilado, el responsable de la traducciónde esta biografía ha sido Carlos Fortea, un enamorado del autor de El mundo de ayer que siente especial predilecciónpor alguno de los capítulos de este libro, como el titulado Trianón, que describe la especie de campo temático del mundo campesino que María Antonieta se hizo construir en Versalles y que costó un precio desorbitado. "Tal vez es el momento del libro en el que más tremenda resulta la ceguera y el alejamiento de la realidad de esta mujer, incapacitada para ver que el mundo se hundía a su alrededor", apunta Fortea.
Efectivamente, Zweig retrata a una mujer que sólo pretende divertirse y que logra convertir a su marido, Luis XVI, en un obediente siervo. El matrimonio entre ambos tardó siete años en consumarse, lo que el biógrafo considera que provocó graves secuelas históricas que justifican que no haya ahorrado detalles referentes al tema.
Fuera de la jaula
María Antonieta vivió 38 años, la mitad de los cuales residió en Versalles ajena a lo que le sucedía al pueblo. Zweig no ahorra críticas hacia esta reina hedonista, pero su prosa también destila cierta admiración por un personaje que sólo supo luchar para romper los corsés de su jaula de oro. "El propio subtítulo de la biografía lo dice con toda claridad: Retrato de una reina mediocre. A Zweig le fascinaba la idea de una mujer normal, ni especialmente lista ni especialmente tonta', enfrentada de pronto a acontecimientos que no sólo fueron extraordinarios, sino, en aquel momento, únicos en la Historia", observa el traductor.
Cuando Zweig se ocupa de lo que sucedió en 1789, lo hace sin maquillar la enajenación de "la loba austriaca" (como se conocía a María Antonieta). Uno de los capítulos más intensos es el de Los amigos huyen, en el que Stefan Zweig, en apenas 11 líneas, es capaz de sintetizar lo que consiguió la Revolución francesa, abolir "los oprobiosos restos de la Edad Media" en nombre de la libertad.
Y es que, según subraya Zweig, la reina del rococó no supo ver "ninguno de los grandes logros humanos de un movimiento que nos ha proporcionado los más grandiosos principios: la libertad de religión, la de opinión, la de prensa, la de comercio, la de reunión; que ha grabado la igualdad entre clases, razas y confesiones como la primera en las tablas de la Ley de la Edad Contemporánea".

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