Francisco Pereña publica 'Incongruencias. Una reflexión autobiográfica'
JOSÉ LUIS DE ZÁRRAGA* 19/02/2012
Este libro
no es una autobiografía", advierte el autor en su primera línea. Lo
autobiográfico para él viene a "ligar la reflexión a la condición
sintomática de un lugar y de una época". Incongruencias es un
ejercicio de memoria. Responde a ese "imperativo de la memoria", cuya
necesidad planteaba Adorno hace medio siglo y que sigue siendo tan
indispensable hoy. Memoria no es mero recuerdo, sino actualización del pasado,
no algo pasivo, sino el acto de traer el pasado al presente. Pereña nos trae al
presente un pasado, cuyo valor sintomático trata de borrarse y emborronarse.
Unido, desde
niño, en vínculo secreto a los perdedores, pese a nacer en un medio rural
conservador y crecer en un seminario, Pereña reflexiona sobre la experiencia
del español que logró sustraer su conciencia al embrutecimiento de los años del
franquismo: la expe-riencia de la pobreza, de la represión, del miedo y la
obediencia forzada, de la indignidad que saturaba toda la vida social por así
decir; la experiencia de la lucha antifranquista, una lucha moral por lo desesperada;
también de la cárcel y de la tortura. Luego, muerto en la cama el dictador, la
experiencia de la Transición, que, a cambio de sustituir la arbitrariedad y las
brutalidades de la dictadura por las formas democráticas, aseguró la
desmovilización social y la despolitización necesarias para la continuidad del
sistema de dominación; el pragmatismo de los gobiernos de Felipe González; el
retorno del franquismo y el Gobierno sin complejos de la derecha, con
Aznar; el acceso de Zapatero al poder, que desencadena el temor de que se
pusieran en riesgo las componendas de la Transición; su inmediata
deslegitimación y acoso...
Una
experiencia donde la identidad del autor no es esencial (aunque indispensable,
porque tiene que haber sujeto para que haya experiencia), "lo personal no
tiene (aquí) la menor importancia", dice el autor. Pero experiencia en la
que pueden reconocerse muchos españoles, no sólo de su generación, sino también
de las que han sucedido, porque la España actual conserva las huellas de la
miseria material, ideológica y moral sobre la que se ha construido. España
nunca se ha recuperado de la aniquilación de la sensibilidad social que el
franquismo perpetró, del miedo y la sumisión al poder que implantó en las
conciencias. En los cimientos de su edificación, que tan luminosa parecía a
muchos, continúan estando los escombros, el basu-rero, y lo que es peor, el
cementerio. Los cadáveres sepultados en las cunetas son una metáfora de nuestro
país.
El golpe
brutal de lo cotidiano
Sin contar
nada extraordinario, sólo las pequeñas cosas de una vida como otras, la
potencia de las evocaciones en su libro es tal que golpea al lector y su
reflexión es tan acerada que corta de raíz la impostura ideológica que las
haría soportables.
Empeñado en
vivir, a pesar de todo, el autor habla de una vida de desarraigo, de
resistencia, marginal y, podríamos decir, subterránea; pero no desde luego de
resignación, sino de resistencia obstinada, porque lo menos que puede uno hacer
si conserva la dignidad es oponerse, aunque sea sin esperanza alguna y aunque
sólo sea con el gesto. Oponerse a los opresores, oponerse a las sectas,
oponerse a los fariseos. Allí donde está el poder político, ideológico,
institucional, académico hay siempre acomodamiento y abyección.
En esta
reflexión autobiográfica, Pereña recorre también, en síntesis, el trabajo
teórico de sus libros, elucidación crítica de conceptos: culpa y pulsión,
olvido e ignorancia, represión y denegación, interpretación y clínica,
violencia y crueldad, soledad y pertenencia, repetición y diferencia...
Conceptos en los que está en juego una idea del sujeto y del conflicto psíquico
en la que este es irreductible y constitutivo de aquél, dimensión moral sin la
que no existiría sujeto.
El autor es
psicoanalista, y a lo largo del libro se vuelve frecuentemente al discurso
psicoanalítico, más que como instrumento o metodología, como fuente de
inspiración. La compasión es en su obra un concepto clave. Pereña recupera la
idea griega de la compasión y define la clínica del sujeto como "clínica
de la compasión". La clínica atiende la vulnerabilidad real del sujeto y
no es posible sin sensibilidad por el que sufre, sea enfermo, oprimido, pobre o
excluido. Reflexionando desde el margen, hace la crítica de unas prácticas
terapéuticas, degradación de la clínica, que se mueven entre la avaricia
desnuda y la abstracción teórica, con los pacientes en la trampa. Sería
necesario recuperar la herencia crítica de Freud, confiscada por la maquinaria
dogmática que ha mercantilizado el psicoanálisis.
Analizando
un capitalismo que es hoy sólo barbarie y ante el cual el rechazo es un
pronunciamiento moral básico, hay que recuperar también la herencia crítica de
Marx. Marx como crítico, no como legislador del mundo es indispensable, no sólo
para analizar el sistema de explotación, sino para entender lo que hace del
sujeto y del vínculo social.
Termina,
en el epílogo del libro, vuelto al momento presente, al ahora de las revueltas
contra los tiranos en los países árabes y, en el Occidente en crisis, de las
movilizaciones indignadas de los jóvenes contra la barbarie del sistema, que
expresan el deseo emancipatorio y una voluntad de rechazo. Lectura para este
tiempo de derrota, en el que la memoria es indispensable para rechazar un orden
dado como eterno y descubrir en el presente, al modo de Benjamin, la
"imprevisible oportunidad revolucionaria".
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