Una exposición descubre la obra del fotógrafo estadounidense Lewis
Hine, pionero del documentalismo social
Medianoite en Brooklyn, 1906 |
Fue
uno de los pioneros en entender que el arte es un instrumento perfecto para
cambiar la realidad. El trabajo infantil, la emigración y las terribles
condiciones de vida de los obreros en Estados Unidos a comienzos del siglo XX
fueron permanente motivo de inspiración de Lewis Hine (Wisconsin, 1874-Nueva
York, 1940), fotógrafo estadounidense y pionero del documentalismo social. La
fundación Mapfre dedica al artista una retrospectiva con 170 imágenes que a
partir de mañana se puede visitar en su sede madrileña.
Maestro
y sociólogo de profesión, la fotografía no fue su vocación inicial. Él quería
cambiar el mundo y buscaba pruebas sobre las que armar sus argumentos. Con un
grupo de estudiantes se adentró en las condiciones de vida de los niños durante
el cambio de siglo. El escenario era la isla de Ellis, el centro de recepción
de inmigrantes en Manhattan.
Allí
retrató la llegada de embarcaciones cargadas de exhaustas familias europeas que
huían del hambre de sus países de origen, hombres y mujeres de mirada aturdida,
grupos de italianos sentados sobre sus petates a la espera de destino, mujeres
dormitando y niños, muchos niños, con marcas de mugre en la cara y tristeza
infinita en la mirada. Esas primeras imágenes le convencieron de la fuerza que
la fotografía para influir en la opinión pública. Ya nunca soltaría la cámara.
Capturó
la llegada y quiso seguirles hacia los lugares en los que hacinaban, en los que
comían y en los que trabajaban. Aspiró a denunciar el rechazo de la población
americana que les recriminaba el no conocer su idioma, sus costumbres, sus
familias numerosas con mujeres siempre preñadas y cargadas de hijos…Es un
patrón de comportamiento que, como recuerda la comisaria, Alison Nordström,
repetimos los países ricos ante la llegada de inmigrantes del tercer mundo.
Los
niños trabajadores en Estados Unidos, entre 1903 y 1913, fue su segunda serie
importante, aunque el tema no lo abandonaría nunca. Retrató numerosos niños y
niñas con expresión de adultos que trabajaban 14 horas en las fábricas, como
repartidores, lustrando zapatos o colocando bolos para que otros jugaran. Lejos
de ir a la escuela, les contrataban para los trabajos más penosos por menos
dinero que a los adultos y, al igual que los mayores, los pequeños sufrían
accidentes por los que terminaban con las piernas o los brazos amputados y
condenados a la mendicidad de por vida. Con estas fotos Lewis Hine luchó y
logró grandes avances para mejorar las viviendas de los extranjeros y erradicar
los talleres de explotación infantil.
A
finales de la primera Guerra Mundial, Hine viajo a Europa y, empotrado en la
Cruz Roja Americana, pudo seguir a los niños, las grandes víctimas también en
las guerras.
La
construcción del Empire State en Nueva York (1930-1931) le dio las oportunidad
de denunciar las condiciones de peligrosidad en las que trabajaban los obreros
de la construcción. Hay hombres que parecen volar entre las grúas, otros que se
refugian de los cascotes que caen o aguantan el viento paleta en mano.
Lewis
Hine empezaba a vivir de la fotografía cuando murió de una complicación
posoperatoria en un hospital neoyorkino. Había recibido encargos de Life
o Fortune pero no le pagaron suficiente para evitar el desahucio de su
casa. Murió solo y pobre, sin saber que se convertiría en el maestro de la
fotografía documental.
Ningún comentario:
Publicar un comentario