La única Miss Universo española ha muerto en su casa de Málaga con 56
años tras sufrir una larga enfermedad
DIEGO
GALÁN - Madrid - 28/02/2011
Muy
joven, a los 56 años, ha muerto en Málaga Amparo Muñoz, la mujer más bella. Así
se la valoró en 1973, cuando fue coronada a los 19 años como Miss España, y en
1974 cuando en Filipinas fue nominada Miss Universo. Pero Amparo Muñoz era una
mujer de carácter fuerte, y a los seis meses de su reinado rechazó el título al
sentirse manipulada por la organización del concurso, que la obligaba a
constantes viajes y presentaciones. Su afán de libertad fue una de sus
características, y quizás por ello acabó siendo pisoteada por cierta prensa del
corazón.
Había
nacido en Vélez Málaga, en una familia de cinco hermanos, cuyos medios
económicos no le permitieron estudiar más que lo que entonces se llamaba
bachillerato elemental. Con unos cursos de taquigrafía y mecanografía pudo
emplearse como secretaria, actividad a la que parecía destinada. Pero tras su
victoria en el mundo de la belleza, el cine se interesó inmediatamente por
ella. En Vida conyugal sana, dirigida por Roberto Bodegas con guión de
José Luis Garci, fue la imagen turbadora para José Sacristán, un hombre casado
y obsesionado por la publicidad. En Tocata y fuga de Lolita, de Antonio
Drove, fue la chica rebelde que mostraba su hermoso busto, lo que contribuyó al
éxito popular de la película. En aquellos años setenta el cine español estaba
en pleno auge del llamado destape, y la espléndida figura de Amparo Muñoz
encontró nuevos títulos para lucirse: Sensualidad (Germán Lorente,
1975), Clara es el precio (Vicente Aranda, 1975) La otra alcoba
(Eloy de la Iglesia, 1976), en la que Amparo coincidió con quien sería su
primer marido, el actor y cantante Patxi Andión.
Tras
intervenir en Volvoreta (José Antonio Nieves Conde, 1976), Mauricio,
mon amour (Juan Bosch, 1976), Acto de posesión (Javier Aguirre,
1977), Del amor y de la muerte (Antonio Giménez Rico, 1977), entre otras
películas, su carrera cinematográfica dio un notable giro al entablar relación
con el productor Elías Querejeta, lo que facilitó su intervención en títulos de
la importancia de Mamá cumple cien años (Carlos Saura, 1979) o Dedicatoria
(Jaime Chávarri, 1980), actuaciones que llamaron la atención de otros
directores, tanto en España como en México (entre ellos, Felipe Cazals, Las
siete cucas; Antonio Artero, Trágala perro; Pilar Miró, Hablamos
esta noche; Fernando Méndez-Leite, Sonata de estío; Jaime Camino, El
balcón abierto; Emilio Martínez Lázaro, Lulú de noche; Imanol Uribe,
La luna negra; Fernando León de Aranoa, Familia...)
La
carrera cinematográfica de Amparo Muñoz estuvo llena de altibajos en cuanto a
la calidad de las películas, pero en todas ellas fue creciendo como actriz. Sin
embargo, paralelamente, su vida personal saltaba con frecuencia a la prensa.
Desaparecida del cine durante siete años (1989-1996), fijó provisionalmente su
residencia en Filipinas, de donde llegaban noticias de problemas con la
justicia al ser denunciada por una marca productora; también en España, a su regreso,
fue detenida por presunta posesión de heroína.
Manejada
por periodistas amantes de escándalos, ciertos o falsos, se convirtió en su
presa. En 1990, el diario Ya publicó en portada un artículo de Rosa Villacastín
en el que se aseguraba que "el sida pone a Amparo Muñoz al borde de la
muerte", y dos días más tarde, la misma periodista daba por hecho que se
encontraba en "fase terminal", lo que Amparo Muñoz desmintió con
análisis médicos en el programa de Julián Lago La máquina de la verdad. En esa
misma entrevista le preguntaron si se había pinchado heroína alguna vez, y
hasta el periodista Jesús Mariñas farfulló que la actriz practicaba la
prostitución, acusación que la hizo llorar.
En
2005 publicó un libro de memorias, La vida es el precio, en el que repasaba sus
relaciones sentimentales y su paso por el mundo de la droga. "Yo he vivido
mi vida lo mejor que he podido, intentando no hacer daño a nadie. Si a alguien
le he hecho daño ha sido a mí misma y a mis padres, que han tenido que sufrir
mucho por mí. Siempre le he tenido respeto a todo el mundo, a todo dios, cosa
que no han hecho conmigo. Espero que empiecen a hacerlo a partir de
ahora", dijo en aquel momento, sin sospechar que quizá sólo empezarían a
respetarla una vez muerta. Un bello juguete roto.
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