sábado, 22 de xaneiro de 2011

El vigués que conquistó la Patagonia


Un historiador recupera la figura del fundador de un pueblo en un lugar recóndito entre Argentina y Chile
JOSÉ LUIS ESTÉVEZ - Buenos Aires - 12/01/2011
Beleiro co seu cabalo e o seu can
El cine tiene la culpa de que asociemos la expresión "conquista del oeste" a las historias de indios y vaqueros en Norteamérica. Pero en otros países hubo otras epopeyas similares. La Patagonia argentina es, aún hoy en día, un terreno inhóspito donde sobrevivir puede convertirse en una odisea por las duras condiciones climáticas. Los inconvenientes no le importaron al vigués Rafael Beleiro, quien llegó al país austral a principios del siglo XX y terminó dando nombre a una población que prácticamente levantó con sus manos. Este mes se cumplen 101 años desde que Beleiro llegó lo que hoy se denomina con su apellido.
Ernesto Maggiori, un historiador que ha publicado varios libros sobre las colectividades de europeos que poblaron la Patagonia, ha dedicado muchas horas de estudio a la vida de Rafael Beleiro y la historia de Aldea Beleiro, un lugar ubicado en el extremo oeste de la provincia argentina de Chubut, apenas a cinco kilómetros de la frontera con Chile, en plena cordillera de los Andes. Fruto de su estudio es un libro en el que reconstruye la historia del enclave andino y traza una semblanza de su fundador. "Lo que me llamó la atención de ese lugar era saber cómo había podido nacer un pueblo en un lugar tan aislado", explica el historiador.
Rafael Beleiro procedía de la parroquia viguesa de Lavadores y llegó a Buenos Aires en 1907. Como muchos emigrantes de la época, su única referencia era una carta de sus padres para unos conocidos suyos que ya estaban establecidos en la capital argentina. Después de trabajar algún tiempo como empleado en una farmacia, Beleiro decidió viajar hacia el sur para buscar nuevas oportunidades en la zona de Comodoro Rivadavia, un lugar donde se acababa de descubrir la existencia de yacimientos petrolíferos y también había trabajo para trabajar en el cuidado de los rebaños de ovejas.
Tras esperar infructuosamente algunos meses una oportunidad para trabajar en las obras de construcción del ferrocarril, Beleiro tomó una de esas decisiones que le cambian a uno la vida. Se compró un buen caballo y puso rumbo hacia el interior de la Patagonia con la intención de aprender las tareas del campo en algún asentamiento de la zona y establecerse por su cuenta. Consiguió su propósito y fundó un almacén de ramos generales en lo que hoy es Aldea Beleiro, un lugar muy alejado de la civilización y donde resultaba necesario este tipo de establecimientos para facilitar provisiones a los colonos dispersos de la zona.
El almacén se llamaba La Hispana y en poco tiempo logró convertirse en el punto principal de abastecimiento para un área muy extensa que incluía territorios de Argentina y Chile. Los productos que se vendían en el almacén llegaban desde Comodoro Rivadavia, a unos 400 kilómetros de distancia. Beleiro se asoció con otra familia, los Pérez del Barrio, y poco a poco empezó a prosperar. Seguramente entonces no sospechaba que en ese lugar viviría el resto de sus días y nunca volvería a su Galicia natal. El lugar empezó a poblarse y, según explica Maggiori, Beleiro se convirtió en la principal autoridad. "Era proveedor, ganadero, fotógrafo e incluso se encargaba de hacer las autopsias cuando se producía un asesinato", indica el historiador. Beleiro se casó con una mujer, Matilde Vidal, que también residía en el pueblo y tuvo nueve hijos, algunos de ellos acabaron desempeñando cargos directivos en el pueblo.
La vida no era fácil en aquellas primeras décadas del siglo XX en un lugar apartado del mundo donde llegan a registrarse temperaturas de 20 grados bajo cero. Como en las mejores películas del oeste, Beleiro tenía varias armas de fuego debajo del mostrador de su almacén. Maggiori señala que los grandes terratenientes que se habían instalado en la Patagonia no sentían simpatía por este tipo de establecimientos que podían llegar a poner en peligro su dominio, por lo que enviaban a pistoleros a sueldo para amenazar a los colonos.
Aunque no hay constancia documental sobre los incidentes, al parecer Beleiro se vio implicado en diversos tiroteos. Incluso Eladio, uno de los hijos de Beleiro, explicó a Maggiori que su padre había conocido al famoso forajido Butch Cassidy, quien escapó desde Estados Unidos a Patagonia a principios de siglo.
Beleiro falleció en 1986 y está sepultado en el cementerio local, pero su impronta permanecerá para siempre en un lugar donde todavía viven varios de sus descendientes.

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