Familiares
de desaparecidos e investigadores aficionados luchan al margen de la industria
editorial para que la represión franquista no se olvide
D. BARCALA /
P. CAMPELO MADRID 10/01/2011
Las familias de La Barranca se reunieron en los setentaen la enorme fosa riojana para evitar unas obras,como cuenta Jesús Vicente Aguirre en 'Aquí nunca pasó nada'. |
Son artesanos de la
memoria. Escritores aficionados, investigadores ocasionales o familiares de víctimas
que sobreviven al margen de la
industria editorial para pelear con sus propios
ahorros para que sus recuerdos no caigan en el olvido que el
franquismo siempre buscó para la historia negra de España. Centenares de estos
luchadores se han apoyado en los últimos años en pequeñas
imprentas, editoriales de asociaciones e incluso en internet para
evitar el olvido de la barbarie franquista.
"Quiero que dentro de
mil años todo el mundo sepa quiénes fueron los asesinos de mi padre en
Uncastillo (Zaragoza)". Ese es el motivo por el que Jesús Pueyo, de 93 años,
escribió en 2004 Del infierno al paraíso. En una pequeña imprenta de un
amigo de Irún, lanzó unos pocos ejemplares para enviarlos al rey, al presidente
del Gobierno y demás autoridades pidiendo ayuda para encontrar a su padre,
desaparecido desde aquel día de agosto de 1936 cuando, con 13 años, fue a
buscarlo al campo "porque le llamaba la Guardia Civil". "Los
falangistas mataron a siete familiares", recuerda vía telefónica desde su
casa de Hendaya (Francia).
Desde 1978 no ha parado de
buscar la verdad con los valores que le enseñó su padre. "En los pocos años
que gocé de la dicha de tenerlo a mi lado, me inculcó su nobleza y valentía con
la que defendió su derecho a poseer un pedazo de tierra para trabajarlo, sin
saber que esa reivindicación le costaría la vida. Su recuerdo ha sido la brújula
que me ha guiado durante toda mi vida", dice en la cuarta página de su
libro, imprescindible para conocer de primera mano la represión en Uncastillo.
La dedicatoria del libro
de Pueyo se repite en cada uno de los ejemplares de estos libros publicados al
calor del movimiento de la memoria histórica en la última década. "A la
memoria de los mártires por la República y la libertad. A sus viudas, hijos y
demás familiares, por el miedo y el hambre padecidos". Así dedica el
jubilado Antonio Ontañón, de 77 años, Rescatados del Olvido, editado
por él mismo con 13.000 euros que todavía paga "a plazos".
Este ex empleado del Banco
Bilbao decidió dedicar su jubilación a investigar las muertes del cementerio de
Ciriego, en Santander. "No tengo ningún familiar fusilado allí. Aunque para
mí es como si todos los que están enterrados allí fueran mis padres, porque
murieron por sus ideas republicanas, que son las mías", explica. Ontañón
recorrió los juzgados de toda Cantabria para poner nombre a cada una de las 850
personas asesinadas entre 1937 y 1948 en las tapias de Ciriego, que yacen en
las zanjas del cementerio.
Un camión de muertos
"Investigando descubrí
que cada día mataban a 16 personas porque era la capacidad del camión",
recuerda. Una de las mayores recompensas que Ontañón ha recibido por el libro
fue la carta de respuesta que José Saramago le envió desde Lanzarote, fechada
el 1 de julio de 2003: "Gracias por el estremecedor libro que me enviaste.
La justicia siempre llega tarde y esta ha tardado demasiado. Personas
como tú hacen creer todavía en la posibilidad de un mundo justo".
Tengan familiares o no,
los autores de estos humildes estudios están unidos por la búsqueda de la
verdad de su tierra. "Siempre me ha interesado la Guerra Civil, aunque mi
familia era de derechas. En 2002, tras visitar a 600 familias y después de
cinco años de trabajo, me decidí a publicar el libro de la represión en La
Rioja Aquí nunca pasó nadae_SDRq, explica el funcionario municipal y
cantautor Jesús Vicente Aguirre que, en la década de los setenta, formó
parte del conocido grupo folk Carmen, Jesús e Iñaki, que
compuso La Barranca en homenaje a las 400 víctimas del fascismo
enterradas en aquella dehesa riojana.
5.800 ejemplares
"Recogí el guante que
habían lanzado algunos historiadores y utilicé más de 1.500 fotos",
explica Aguirre. En su caso, sí consiguió una editorial que publicara su
estudio. "En Ochoa me dijeron que me cubrían el coste, pero en ningún
momento pensé que podría ganar dinero con el libro", reconoce tras
haber vendido 5.800 ejemplares a 35 euros, gracias a las presentaciones en
ateneos republicanos de toda España.
Aquí nunca pasó nada
recoge investigaciones de historiadores locales junto con la experiencia de
campo de Aguirre. En el capítulo de La Barranca recoge los testimonios de los
centenares de viudas que "cada 2 de noviembre, día de los Difuntos, y
después el 1 de noviembre, día de Todos los Santos", se reunieron
desde 1976 para proteger la tierra donde estaban sus familiares de las
inminentes obras de un aparcamiento.
"Mi
madre me dijo que debíamos contarlo siempre. Mientras te reluzca el brillo en
los ojos tienes que venir aquí todos los años'. Y aquí estaré hasta que ya no
vea", explica en el libro Jacoba Escalona Díez, nieta de una de las víctimas,
que, como las madres y abuelas de la Plaza de Mayo en Argentina, simboliza la
resistencia contra el olvido.
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