Bobby Farrell era la cara
más conocida del mítico grupo de musica disco de los años sesenta.- A nadie le
importó que Frank Farian, su productor, cantara por él
IÑIGO LÓPEZ PALACIOS - Madrid - 31/12/2010
Roberto Bobby Alfonso
Farrell fue encontrado sin vida el jueves, a los 61 años de edad, por causas
aun por determinar, en su cama de una habitación del hotel Ambassador, en San
Petersburgo, donde había actuado la tarde anterior. Es el capítulo final de la
vida novelesca del que fuera cantante de Boney M. Una de esas historias de auge
y caída tan habituales en la historia del pop. Farrell había nacido en la isla
antillana de Aruba el 6 de octubre de 1949. Con 15 años se enroló de marinero.
Más tarde se instaló en Noruega, Holanda y finalmente en Alemania, donde trabajó
de dj.
En 1975 el productor Frank
Farian, un antiguo cantautor alemán convertido en Doctor Frankenstein musical
que en los ochenta se hizo famoso por ser la mente tras Milli Vanilli, estaba
buscando actores que hicieran playback en la televisión de su éxito Baby do you
wanna Bump. El sencillo iba firmado por un grupo inexistente llamado Boney M.
Era un híbrido que sonaba como una especie de ABBA compuesto de jamaicanos
negros haciendo música disco: una melodía pegadiza, una voz masculina
forzadamente profunda y coros femenino.
Farian inventa una formación:
las cantantes jamaicanas Liz Mitchell y Marcia Barrett; la ex modelo de
Monserrat Maizie Williams y Farrell, cuyo exótico aspecto y gimnástica forma de
bailar eran perfectas para ejercer de líder. Lo de menos era que no fuera
vocalista. Era un secreto a voces, que casi todo el mundo sabía y a casi nadie
importaba: Farian interpretaba las partes masculinas en el estudio y Mitchell y
Barrett, las femeninas. Farrell, con su melena afro, su pelo en pecho, sus
estilismos imposibles y sus movimientos espasmódicos era el espectáculo total y
daba el pego en directo.
El experimento funciona y deciden darle continuidad.
Pero el posterior éxito de Boney M desbordó todas las previsiones. Sus cuatro
primeros discos, uno al año desde 1976 hasta 1979, vendieron más de 40 millones
de copias. Tuvieron 15 números uno en Alemania y 22 de sus canciones entraron
en el top ten británico, cinco de ellas en el número uno. Son temas que ahora
están en el imaginario popular: Belfast, Rivers of Babylon, Ma Baker... Su
sencillo Daddy cool fue el más vendido en las islas en 1978, donde les recibió
la Reina Isabel II y la revista Time les dedica una página...
Consiguen
hitos entre legendarios y cómicos: van de gira a la Unión Soviética, cuenta la
leyenda que reclamados por el mismísimo líder del politburó, Leónidas Breznev,
con la condición de no cantar Rasputín. Se meten en fregados impropios de
bandas prefabricadas: en 1979 publican El Lute, un tema dedicado a Eleuterio Sánchez,
"una especie de Robin Hood español", en palabras de Farian.
A partir de
1980 la cosa se complica. Farrell desarrolla modos de diva. Llega tarde a los
directos, olvida las letras de canciones que simplemente tenía que fingir que
cantaba y al mismo tiempo reclama insistentemente a Farian que le deje
participar en las grabaciones. Finalmente, es expulsado de la banda por
"poco fiable" pero sus sustitutos no funcionan y se le vuelve a
admitir. En parte era una revuelta interna. Las tensiones en el grupo, a causa
del dinero, empezaban a ser insoportables: eran la exportación musical más
rentable de Alemania, pero Farian los dirigía con mano de hierro y se llevaba
el grueso de los ingresos. En 2002 Liz Mitchell contaba a la BBC que los
miembros del grupo apenas recibían un 9% de lo que generaban. En 1986 una
separación, en principio por tres meses, se convierte en casi definitiva.
Y aquí empieza el caos. En 1987 hay un amago de vuelta, pero en
1989 cada uno de los miembros del grupo reclama el nombre de Boney M como suyo,
y un juzgado les da parcialmente la razón a todos. Eso conduce a que en un
momento de los noventa hubiera hasta cinco "auténticos Boney M"
girando por el mundo. Algunos eran directamente imitadores que nunca habían
pasado por el grupo. Al parecer Bobby Farrell obtuvo del juez el derecho a usar
el nombre en Holanda, e intenta ganarse la vida con una formación que incluye a
tres chicas que cambian constantemente. Pero no lo logra.
En parte porque
Farian, que apoyaba a los Boney M de Liz Mitchell, le pone todas las
zancadillas posibles. Termina viviendo de las ayudas sociales en un piso de los
suburbios pobres de Rótterdam. Su matrimonio se deteriora rápidamente y después
de una pelea conyugal, trata de prender fuego a Yasmine, su mujer, con la que
tiene dos hijos, rociándola con gasolina. En 1994 es condenado y encarcelado
por un tribunal holandés. Reaparece en el año 2000, en Italia, intentado
regrabar viejos éxitos del grupo. Farian ya no le presiona, y le deja que se
quede lo que gana.
Aparece en anuncios, riéndose de su personaje y actúa como
Bobby Farrell de Boney M, allí donde se le reclama de Ramala a Finlandia.
>Son tiempos mejores. La herencia musical de Boney M es reivindicada por
los popes de la música de baile y Farrell es un ilustre perdedor. El paradigma
de lo que la maquinaria del pop comercial puede hacer con un artista. En 2005
protagonizó el vídeo de Turn on the music de la estrella del house Roger Sánchez.
El clip empezaba con una frase impresa en el que se habla de los millones de dólares
en royalties que Farrell ganó y nunca cobró. Y terminaba con una cita de
Farrell: "Soy un auténtico intérprete. Dame una buena melodía y estoy
preparado. Es lo que hago y es lo que haré hasta el fin de mis días".
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