15 años
después del subcampeonato de Primera, el equipo pena en Preferente
JUAN
L. CUDEIRO - Santiago - 17/01/2011
El
pasado viernes se cumplieron quince años. Fue un 14 de enero de 1996 cuando con
goles de Lekumberri y José Ramón el Compostela derrotó al Espanyol para acabar
la primera vuelta como subcampeón. Por entonces en la liga española sólo le
superaba el Atlético de Madrid, a la postre campeón con un histórico doblete.
El Barcelona estaba tres puntos abajo, el Madrid a nueve, el Deportivo, que con
Toshack al frente competía por todo, a diez. "Piensas ahora en ello y
parece algo irreal", confiesa Nacho Fernández Pacios, lateral zurdo de un
equipo coral y esforzado dirigido por un novato de aire profesoral, Fernando Vázquez,
que hizo de San Lázaro un fortín del que en los once partidos que jugó allí en
la primera vuelta tan sólo el Salamanca arañó un empate. "Entramos en la
competición con muchísima fuerza", recuerda José Ramón González Pérez. El
hermano de Fran había cogido la A-9 justo después de levantar la Copa del Rey
en el inolvidable duelo en dos actos con el Valencia. Y se encontró un panorama
de esfuerzo y sudor. "La pretemporada fue brutal. No me olvido de las
carreras en el campo de golf de Lavacolla. Había mucho trabajo de
gimnasio". El equipo inició la competición como un cohete. Ganó en Vigo
(0-1) y goleó al Deportivo en San Lázaro (4-0). "Veníamos de salvarnos la
anterior temporada por los pelos y esas victorias nos dieron tranquilidad, nos
mostraron que éramos capaces de hacer un buen año", explica Javier
Bellido, coriáceo central vasco llegado del Elche.
Lanzado
y con el tanque de gasolina bien lleno, el equipo se abonó a la gloria. En la séptima
jornada sembró el pánico en el Bernabéu, donde se adelantó con un gol de José
Ramón y acabó perdiendo tras encerrar al Madrid en su área en los últimos
minutos. Tres semanas después el Barcelona cayó en San Lázaro tras una
remontada en los instantes finales de partido con goles de Christensen y Ohen,
delanteros habituales de un equipo cuya base había pergeñado Fernando Castro
Santos. "Vázquez aportó mucho en el aspecto físico, nos empujó para
competir en la elite, pero ya teníamos armado un bloque y un vestuario muy sólido",
apunta Bellido. Todos crecieron y Franck Passi fue uno de los que más lo hizo.
Centrocampista de brega no exento de calidad, muchos le señalaron como un
remedo de Mauro Silva. "La experiencia del primer año en la máxima categoría
nos sirvió de mucho. Nos convertimos en un equipo muy molesto para los rivales
porque además teníamos la virtud de aprovechar las oportunidades que generábamos",
explica el mediocentro galo, hoy entrenador del segundo equipo del Olympique de
Marsella.
Aquel
Compostela optimizó los recursos al máximo con gusto y respeto por el juego. No
era un conjunto defensivo sino que se sentía cómodo con la pelota y salía en
cada partido a jugar en campo rival, agresivo, con las líneas y la presión muy
arriba. "Entonces era raro que los equipos, sobre todo los pequeños,
salieran a apretar al contrario, nosotros lo hicimos y con un ritmo de juego
muy alto", explica Nacho.
Pudo
ser por ese despliegue o porque casi siempre jugaran los mismos justo el año
que se estrenó la Liga de 22, pero el equipo se desinfló. "Perdimos una
gran oportunidad de llegar a Europa", lamenta ahora Bellido. "El
problema fue físico. Si no estás bien, las ideas no fluyen", explica
Nacho. Bellido y José Ramón creen que tras la sorpresa inicial, los rivales
desentrañaron el plan de Vázquez. "Nos cogieron la matrícula",
coinciden. En la jornada 27 tras ganar en Vallecas, el Compostela era tercero,
a un punto del Barça. Pero de los últimos quince partidos sólo ganó uno y empató
cuatro.
Hoy
la SD Compostela ha muerto y su sucesor, el Campus Stellae, languidece en
Preferente. A Passi le preguntan en Francia por el equipo donde vivió sus
mejores días y siempre explica lo mismo: "Dos temporadas después perdimos
la categoría en una promoción con el Villarreal y cinco años después ellos
estaban en Liga de Campeones y nosotros en Regional. Se hicieron las cosas muy
mal. Veo ahora lo que es el fútbol en Santiago y se me rompe el corazón, lo que
éramos y lo que se podía haber hecho". El Compostela creció deportivamente
y también en la grada con 12.000 abonados, pero no en profesionalidad. La labor
de secretaría técnica nunca dejó de recaer en José María Caneda, que hizo de
presidente y de director deportivo. "Faltó un relevo y sobró desorganización.
Caneda llevó al equipo a lo más alto y luego a Regional", resume Nacho,
que incide: "No llegaron refuerzos de nivel. Bajamos a Segunda casi los
mismos que habíamos ascendido y llevado al equipo a ser subcampeón de
invierno". "Era tan grande lo que vivíamos", estima Bellido,
"que nadie se paró a sentar las bases para cuando llegaran las vacas
flacas". Llegaron. Y de aquella gesta de finales de 1995 sólo queda el
recuerdo.
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