La Torre dos Moreno, el edificio emblemático de Ribadeo, será apuntalada
para evitar que se derrumbe, como pronostica el informe de un arquitecto
DIANA MANDIÁ - Santiago - 10/01/2011
Los vecinos la consideran, junto a la Praia das Catedrais, uno de los
mayores atractivos de Ribadeo, a la vez que el vestigio más sobresaliente
-también el más fantasioso- de la riqueza alcanzada por los indianos de la zona
al otro lado del Atlántico, que dejó la costa oriental de Lugo y de la vecina
Asturias salpicada de arquitecturas extravagantes. Pero ese símbolo, la Torre
dos Moreno, vecina al Pazo de Ibáñez -la vieja residencia del Marqués de
Sargadelos, hoy sede del Ayuntamiento- amenaza con venirse abajo. En pocos días
será apuntalada, porque la calle a la que da, el Cantón dos Moreno, es de las más
transitadas de Ribadeo y el alcalde Fernado Suárez, del BNG, teme que a la pérdida
de patrimonio haya que sumar una desgracia personal. Así lo recomienda el enésimo
informe solicitado por el Ayuntamiento al arquitecto José Calaver: el edificio
podría derrumbarse en cualquier momento.
Que la reparación de la Torre dos Moreno era de máxima urgencia lo
asumieron, en su momento, los sucesivos alcaldes de Ribadeo, pero ninguno
consiguió resolver el principal obstáculo para emprender las obras: la
propiedad privada y fragmentada del edificio, declarado Bien de Interés
Cultural (BIC) en 1994. El actual mandatario intento seguir la senda dejada por
sus predecesores en un convenio firmado por el Ayuntamiento con los
propietarios en 1996. En él, el consistorio municipal se comprometía a
rehabilitar la Torre a cambio de que los propietarios -diseminados por España y
Latinoamérica, aunque de algunos se ha perdido la pista- cediesen parte de su
propiedad. Y es que para que el Ayuntamiento y la Xunta puedan rehabilitar el
edificio, es imprescindible que al menos el 51% de la titularidad del mismo sea
pública. Pero a pesar del riesgo de derrumbe, los acuerdos con los dueños no
han permitido conseguir más de 21% de la propiedad. Por eso el alcalde ha
tomado la medida más drástica desde que el deterioro de la Torre empezó a
agravarse a finales de los ochenta: romper los compromisos con los dueños -el
de los años noventa, pero también el que el propio alcalde logró en 2008, poco
después de llegar al poder- para hacer valer la categoría BIC del monumento
para salvarlo de la ruína. "A partir de ahora la relación entre el
Ayuntamiento y los propietarios va a cambiar de manera radical", asegura
Suárez. Por el momento descarta la expropiación, porque supondría añadir el
gasto de las indemnizaciones al de la futura rehabilitación.
Una rehabilitación que ya tiene proyecto, pero no financiación. En
septiembre, Patrimonio dio el visto bueno a la propuesta de intervención
presentada por el Ayuntamiento. Pero el problema sigue siendo el mismo: si el
gobierno municipal no consigue al menos la mitad de la propiedad no habrá
administración pública que lo financie, por mucho que el alcalde confíe en la
voluntad de la Xunta de arrimar el hombro. El proyecto prevé la sustitución de
los 12 pilares de la planta baja, obra imprescindible para frenar el derrumbe.
No hay fecha de inicio: lo primero, asegura el alcalde, es impedir que el
edificio se venga abajo. "Son las medidas de emergencia antes de las de
urgencia", resume.
Aunque en los noventa la Xunta subvencionó
el refuerzo de las columnas y del tejado -de cerámica vidriada, para reflejar
los rayos del Sol- pero no bastó para solucionar los graves problemas
estructurales del edificio, el único de principios del siglo XX construido a
base de hierro y hormigón que continúa en pie. Acabado en 1915, la propuesta,
por entonces novedosa, del arquitecto argentino Julián García Núñez, discípulo
de Gaudí, no resultó exitosa a la larga. El oxígeno penetró en el hormigón,
corrompió el hierro y redujo la resistencia del conjunto. Hoy, la Torre dos
Moreno es un edificio sin agua ni luz, carcomido por la humedad y del que caen
de vez en cuando trozos de cornisas. "A la Torre le perjudicó mucho la
burbuja inmobiliaria", asegura el alcalde, porque algunos dueños, cuenta,
ambicionaban vender al mayor precio posible un edificio que dejó hace tiempo de
ser habitable, el fin con el que lo ordenaron levantar los hermanos Pedro y
Juan Moreno Ulloa a principios de siglo. Pese al lujo con el que fue diseñado -
seis patios interiores, una cúpula sostenida por cuatro cariátides- otras casas
indianas de la comarca, mucho más modestas, corrieron mejor suerte y no es raro
verlas reconvertidas como reclamo estrella del turismo rural.
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